En toda Europa y Latinoamérica las jubilaciones y la seguridad social están francamente en crisis, lo que repercute en inquietud social y política.

En Rusia y Nicaragua, por ejemplo, se subió a 65 años la edad de jubilación de los hombres, lo que derivó en intensas propuestas.

En cambio, en Chile hace largos años esa edad fue aceptada por los partidos políticos y los sindicatos, como un sacrificio para el crecimiento económico neolieral.

Fue nada menos que santo Tomás Moro el que propuso en su Utopía que a todas las personas que cumplieran 60 años, la comunidad les ofreciera un vaso de veneno que les permitiera morir durante el sueño.

El santo no dice que beber el veneno fuera obligatorio, pero quien se negara a hacerlo quedaría expuesto a la comunidad como un egoísta y un cobarde dispuesto a echar el peso de su ancianidad improductiva al resto.