Una gran izada de noticias urgentes pareciera estar tendiendo una cortina oscura sobre la verdadera gran noticia trágica de las últimas semanas. El hundimiento de la Iglesia Católica en un pantano de intrigas, corrupción y de abusos agravados por denuncias de pederastia que alcanzarían a varios miles de casos en un tramo de más o menos 70 años en Estado Unidos, Irlanda, Escocia, Austria y también México y Chile.

Para muchos analistas especializados en asuntos del Vaticano, esta ola de denunciar y el feroz ataque protagonizado por el arzobispo Carlos María Viganó son parte de una estrategia del sector conservador y ultraderechista de la iglesia para debilitar y paralizar el gobierno del Papa Francisco.

Los tiene enfurecidos por su aceptación de la homosexualidad, por permitir que los divorciados sigan siendo miembros de la comunicada católica y no los excomulguen, y sobre todo por su llamamiento a que los sacerdotes se integren a las bases sociales en procura de mejorar la vida de la gente más desfavorecida.

Esta feroz arremetida donde se está acusando a la Iglesia Católica entera de estar corrompida, en realidad busca que el futuro papa que suceda a Francisco sea un conservador de línea dura completamente opuesto al Concilio Vaticano II, a la Doctrina Social de la Iglesia y al humanismo cristiano

La iglesia ha tenido que enfrentar crisis sucesivas y falsedades terribles, pero hasta ahora siempre logró salir adelante de sus peores escándalos y no sólo logró sobrevivir, además salió siempre fortalecida.

El cristianismo más que una religiosidad fue capaz de crear y de proporcionarnos un paradigma cultural, un sentido de la justicia y de la ética capaz de impregnar nuestras vidas y nuestro sentimientos con un sentido de lo que está bien y de lo que es una conducta buena y hermosa a la vez.

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