Lo más lógico de pensar es que a Donald Trump no lo quiere nadie y que bastaría un empujoncito para destituirlo. Sin embargo una encuesta importante en Estados Unidos reveló, para desmayo del partido demócrata, que tiene más apoyo popular que el que tenía Barack Obama en el mismo tramo de su gobierno.

Así, a un año de asumir la presidencia a Trump lo apoya el 50% de los encuestados, mientras que a Obama lo apoyaba el 45%.

Analistas políticos consideran que la gente de Estados Unidos percibe en Trump cierta franqueza temporal que a menudo lo pone en conflicto con la oposición y con miembros de su partido republicano, e incluso de sus colaboradores.

Las últimas enormidades pronunciadas por Trump han dejado a republicanos y demócratas rascándose la cabeza sin saber a qué atenerse.

Un auditor me escribió para decirme que la realidad en que vivimos ya se ha vuelto tan confusa, tan llena de falsedades y de intenciones ocultas, que ya la mayoría de la gente ha perdido el interés en conocerla. Eso, porque la verdad que surge detrás de las noticias suele ser repugnante.

Debemos recordar que detrás de esas turbias verdades noticias hay una verdad mayor, la verdad de nuestra condición humana y la certeza que sea cual fuere, nos espera un futuro humano.

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