El movimiento feminista que se manifiesta en Chile y en muchos países, adquiriendo un alcance global, es un rechazo a siglos de opresión, discriminación y subordinación patriarcal que han marcado la civilización humana hasta hoy. Dicho estado de cosas ha tenido como ámbitos fundamentales: la desigualdad en el trabajo y la explotación sexual.

En efecto, la sociedad patriarcal impuso a la mujer un trabajo no remunerado al recluirle en el ámbito doméstico o un pago mezquino y abusivo al iniciarse -por no poder seguir impidiéndose- la incorporación femenina a la actividad productiva. De ese modo, las ilimitadas horas de esfuerzo laboral en el hogar han constituido, por increíble hábito social, un trabajo agotador pero gratuito.

Dicho de otra manera, la dominación económica ha conseguido los márgenes de utilidad y las ansiadas ganancias empresariales de las jornadas o turnos de los trabajadores, y de las labores gratuitas de sus mujeres en los hogares.

…La sociedad patriarcal impuso a la mujer un trabajo no remunerado o un pago mezquino y abusivo…
- Camilo Escalona

Junto a ello, durante siglos el patriarcado ejerció un abrumador dominio sexual sobre la mujer. Fuera en las guerras o invasiones, esclavizándolas, violándolas, vendiéndolas, acosándolas, la condición de mujer fue campo propicio para los crímenes, abusos y atropellos más terribles que generó el hombre cuando su conducta se desquició por la sed de conquista, el rencor racial y el embrutecimiento fascista. Hay situaciones o territorios en que esas viles aberraciones se prolongan hasta hoy.

Como si ello fuera poco, en las diferentes épocas, el siervo o labrador sometido, debió aceptar además el abuso sexual con sus hijas, esposas o hermanas; esa atroz conducta fue el llamado “derecho de pernada” que atravesó las costumbres desde la sociedad esclavista y la feudal, hasta llegar a la sociedad industrial y la globalización con un ejercicio brutal de la doble dominación de clase y de sexo.

Como si ello fuera poco, en las diferentes épocas, el siervo o labrador sometido, debió aceptar además el abuso sexual con sus hijas, esposas o hermanas
- Camilo Escalona

En años recientes, el campesinado era el sector social que más debía soportar esta auténtica daga clavada en el corazón de la dignidad de las familias. Muchos hipócritas de cuño conservador reclamaron a lo largo de décadas contra los hijos fuera del matrimonio, pero guardaron silencio contra esa bestialidad en las costumbres sociales, en la que el patrón o sus hijos, a veces sus amigos, tomaban sin consentimiento a una mujer y podían abusar sexualmente de ella.

Con los cambios en el sistema productivo y la integración de la mujer en ámbitos que le eran vedados, han aparecido nuevas y deleznables formas de abuso sexual, de dominación patriarcal y de clase que se aplican contra el sexo femenino. Ello cruza el país y como denuncia el movimiento feminista, va desde la violencia intrafamiliar en el hogar hasta la desigual remuneración en las empresas, incluyendo diversos tipos de abusos y acosos en las universidades y las actividades artísticas y culturales.

Desde sus orígenes el movimiento socialista tomó partido por la demanda feminista y aportó a su fundamentación teórica y acción práctica, ya en la segunda mitad del siglo XIX, August Bebel, fundador del Partido Socialdemócrata Alemán y, junto a Marx, activo colaborador de la Internacional Socialista, contribuyó a crear en su libro “La Mujer y el Socialismo”, de 1879, un nuevo pensamiento político sobre la situación de la mujer, la dominación que sufría y los derechos que le correspondían en una sociedad democrática y libertaria.

Por tanto, el movimiento feminista que se activó en Chile cuenta con la entusiasta simpatía de los socialistas chilenos, que vemos en él una vitalidad que está en condiciones de transformarlo en un potente dinamizador para dejar atrás arraigados abusos, superar la dominación sobre la mujer y lograr un país igualitario.

Camilo Escalona Medina
Ex Presidente del Senado
Vicepresidente Partido Socialista de Chile