El arte tiene que seguir trabajando, particularmente en una época en la que se experimenta con la rupturas de las relaciones humanas hace más de un año. Las demandas que llevaron al levantamiento social de 2019 se le revientan hoy en la cara al Ejecutivo que, a la incapacidad de respuestas reales, ha sumado en el último año una ulterior crisis socio-económica. La paralización total de las actividades culturales ha generado un apagón de este sector.

Por Cristina Bianchi

Es por esto que para Máximo Corvalán-Pincheira, destacado artista visual, la tarea en momentos como éstos es salir, seguir creando y visibilizar con más fuerza todavía los problemas sociales, para dar forma a cuestionamientos que ahora más que nunca están invisibilizados, por la hegemonía de la comunicación de la emergencia sanitaria y del miedo, de la que al menos hay que sospechar. En este contexto y con esta convicción, Máximo Corvalán-Pincheira, un artista que siempre ha trabajado desde las problemáticas y contingencias sociales, decidió no esperar más detrás de su escritorio. Es así que viaja financiado por una beca IASPIS del Ministerio de Cultura Sueco, para investigar sobre los niños migrantes, tema de su residencia artística que está realizando en Suecia.

El proyecto, a realizarse entre abril y junio, se enfoca en uno de los temas que el artista trabaja desde hace dos décadas: la migración. Criado en el exilio, Corvalán-Pincheira trabaja en recursos personales que le permiten abordar la multiculturalidad desde la empatía.

A través de entrevistas en profundidad a migrantes y refugiados, esta vez el artista se enfoca en la situación de tensión, cuando no de discriminación, que sufren los niños y niñas hijos de migrantes.

Uno de los casos que hizo más clamor en los tiempos recientes es el del “abuelo Patricio” (Patricio González), exiliado chileno radicado en Suecia cuya hija decide volcarse a la causa de Isis. Con su marido muere en combate y sus siete hijos sobreviven de manera milagrosa en Siria. Es entonces que Patricio decide ir en busqueda de sus nietos tratando de interesar el gobierno sueco, y luego el chileno, para rescatar a estos siete niños que se encuentran en condiciones infrahumanas, en un campo de refugiados. El enfoque institucional hacia hijos de personas clasificadas como terroristas no ayuda a una resolución eficaz y, sólo en última instancia, ya encontrándose en el lugar y con los hijos salvados de la muerte, el “abuelo” logra llevarlos a casa.

Una investigación tan compleja como delicada y que toca diferentes aspectos: la falta de identificación en una u otra cultura de parte de algunas personas de la segunda generación de migrantes; el compromiso de los gobiernos hacia niños ciudadanos y no niños terroristas; la discriminación hacia niños de segunda generación; y, por último, el caso de los niños con síndrome de resignación.

El síndrome de resignación afecta a niños y adolescentes; se manifiesta con iniciales síntomas de apatía, depresión y aislamiento del resto de la sociedad. Después, los niños dejan de hablar, de comer y beber, incluso de ir al baño, hasta que dejan de responder a los estímulos.

Esta enfermedad se empezó a registrar en Suecia a finales de los años noventa, pero sólo en 2017 se dio a conocer al mundo por la publicación de una fotografía de Magnus Wennman, quien ganó el premio World Press Photo en la categoría people (gente). Una vez más, el arte se manifiesta con toda su responsabilidad social y política, jugando un rol de denuncia y de reflexión. El síndrome de resignación se extiende entre los menores de edad refugiados o, mejor dicho, a la espera de la aceptación de la condición de refugiado. Psíquicamente parece que tiene directamente que ver con la inseguridad de no poder quedarse en un lugar seguro donde, realmente, estas familias habían empezado a reconstruirse una vida y los niños a desarrollar la suya. Este síndrome proviene de un estado de inmensa tristeza y desesperanza.

La obra artística de Corvalán-Pincheira aborda deliberadamente temas relacionados con la violencia, la vigilancia, la identidad, las fronteras y la migración, entrelazados con reflexiones sobre las experiencias vividas y las historias de vida de otros. Su trabajo consiste en reflexionar sobre las contradicciones inherentes al Estado-Nación, dentro de una hegemonía neoliberal y las modalidades en que el poder actúa a través de nuestras formas de entender e interactuar con nuestro entorno. A menudo no hay una sola intención dentro de la obra del artista, sino un conjunto de elementos, situaciones, efectos y fuerzas que operan en numerosos registros de significación, abriéndose a una multiplicidad de interpretaciones y jugando con diferentes conjuntos de valores y discursos.

La obra que se presentará en Suecia es una performance donde el artista lavará ropa de niños migrantes con cloro puro. Este trabajo ha tenido distintas variaciones de la performance e instalación La ropa sucia se lava en Casa, presentada por primera vez el 2009 en el FONDI REGIONALI D’ARTE CONTEMPORANEA (FRAC). MARSELLA, FRANCIA, donde el artista lavó ropa tradicional de África Subsahariana.

Posteriormente en Santiago lava 33 prendas donadas por migrantes que va entrevistando para la investigación y que es presentada en Centro Nacional de Arte Contemporáneo, en Chile. Esta obra de arte enfatiza temas relacionados con la idea de higiene, políticas de asimilación e identidad.

La acción tendrá lugar el 29 de mayo en un galpón de Gotemburgo que reúne distintos agentes de la cultura para la migración, estará comisariada por el director de proyecto Daniel Terres, enmarcándose como actividad dentro de la programación del Konst Museum de la ciudad.

Max Corvalán-Pincheira (c)

Exhibición en la galería Projektrum Hjärne de Helsingborg

Por otra parte, se realizará una exhibición en la galería Projektrum Hjärne de Helsingborg, en Suecia, comisariada por Martin Schibli. En esta exhibición el artista mostrará algunas fotos realizadas en el contexto de la investigación: imágenes que muestran lámparas de IKEA -convertida en símbolo de la democratización de la decoración de hogar- transformadas en colgadores de ropa, con prendas de niño decoloradas con cloro. Junto con ello se mostrará la documentación de la performance realizada en Gotemburgo.

“Cuando uno piensa en Suecia, lo hace en la imagen de un país próspero, sin problemas, con estabilidad social y política, alejado de radicalismos. Sin embargo, la realidad es distinta” cita El Periódico ya en 2018. En el último tiempo el partido “ultraderechista de raíces neonazis” ha ganado muchos pasos. “Con Jimmie Åkesson como cabeza, esta formación populista y antiinmigración ha explotado la creciente llegada de refugiados al país como chivo expiatorio de sus problemas”. Vinculando esa realidad al repunte de la criminalidad entre bandas, vivida en los suburbios, les ha servido para popularizar la imagen negativa de los refugiados musulmanes. La imagen de la ultraderecha se ha transformado en una derecha populista más digerible: “Han pasado de ser cabezas rapadas, a jóvenes ejecutivos con gafas de mucho dinero y el pelo engominado”, explica el periodista Roger Suso en ‘El Último Europeo’.

Max Corvalán-Pincheira (c)

Muestra colectiva en Islas Canarias

El artista chileno también está exhibiendo en Fundación Francis Naranjo, en Islas Canarias, en una muestra colectiva conformada por los artistas: Joseph Beuys (Alemania), Juan Castillo (Chile), María Castrejón (España), Laura González (España), Juan Hidalgo (España), Concha Jerez (España), Valcárcel Medina (España), Morquillas (España), Francis Naranjo + Dionisio Cañas (España), M. Nieves Cáceres (España), Osvaldo Salerno (Paraguay), Joaquín Sánchez (Paraguay / Bolivia), y ZAJ Raúl Zurita (Chile) y Máximo Corvalán-Pincheira (Chile).

La exhibición muestra la obra Proyecto MOR (Movimiento Ocular Rápido), realizada a partir de una investigación llevada a cabo en la residencia Changdong del National Museum of Modern and Contemporary Art. Esta estancia le permitió tener una mirada interesante de esa zona, ya que Corea del Sur recibe múltiples migrantes desde países cercanos: Vietnam, Filipinas, Mongolia, India, Camboya, Taiwán y de las regiones más pobres de China – entre otros países. En el video vemos a distintas personas hablando en diferentes idiomas contando sus sueños: sueños oníricos y sueños como expectativas de vida. Las imágenes, junto con las distintas voces, se van fusionando, conformando algo similar a la cara de una comunidad que resulta a momentos monstruosa e inentendible, en una superposición de voces.

Finalmente, si las circunstancias sanitarias lo permiten, Máximo Corvalán-Pincheira ha estado muy activo en la pandemia y terminará este año con una residencia y exposición en la Bienal de Vancouver, que se desarrollará en agosto, representando a Chile en este importante evento, junto a otros dos grandes artistas: Bernardo Oyarzun y Pamela Iglesias.

Más allá de todo lo que Corvalán-Pincheira está desarrollando en Europa, vale la pena decir que el arte es una disciplina al par de las otras. Sólo partiendo de esta afirmación, lograremos entender cómo hacer arte es para algunos una necesidad que también se ha convertido en un medio de vida. Corvalán-Pincheira es un artista que siempre ha estado vinculado a la investigación de problemáticas sociales y en este período histórico siguen habiendo acontecimientos que los medios no cuentan porque están demasiado ocupados en contar la pandemia y sus terribles consecuencias. Para un artista como él, y para muchos otros también, seguir con las investigaciones para visualizar desde otro punto de vista lo que está ocurriendo en el mundo, despertar subjetividades y cuestionamientos sociales es un deber y una responsabilidad que ha tomado muy en serio. Ya sólo su presencia en Europa en este período histórico nos lleva a interpelarnos acerca de la tarea del artista.