En solitario a cargo de todo el siempre extenso territorio escénico, el avezado actor Cristián Campos desarrolló este relato unipersonal con un tono coloquial e íntimo, sin descontrol alguno, con vibraciones emotivas subterráneas y suficientes que dimensionan sentimientos profundos, casi sin revelar un secreto que esconde.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

Incluso, cuando el personaje que encarna, Edward, alude a un par de interlocutores, éstos aparecen mediados por el protagonista para dar cuenta del afuera, siempre en relación a su ritual de recuerdos y de revisión del pasado, mientras permanece a solas junto al ataúd con su esposa recién fallecida.

“Restos” es una obra representativa de la dramaturgia estadounidense donde, a través de la realidad de las cosas y los conflictos cotidianos, se filtra la intimidad sicológica del protagonista.

La propuesta abunda en el recuento del gran amor que vivió con su mujer frente a un espectador que no tiene más remedio que sorprenderse por la increíble, maravillosa, intachable y perfecta relación que, según describe, existió entre ambos.

Pero en este transcurso, se siente que hay algo que presiona por salir. Y que, de alguna manera, se ahoga en el intento, contradicción que Cristián Campos maneja otorgando cierto suspenso al relato.

En este unipersonal, Edward casi siempre le habla al público sobre ella. Aunque en momentos se vuelca a su propia interioridad, la que se convierte en una caja de resonancia de una reflexión sobre la forma de ser de la mujer que parece encaminarse a la crítica o al no compartir… que se diluye con algo parecido a “pero así era ella, la respeto como era…”.

Restos
Rod Hoffmann

En todos esos numerosos nudos dialécticos, Campos se apoya en sus desplazamientos cadenciosos y sin apuro alrededor o apoyándose en el ataúd u ocupando una silla, sin perder su conexión con el espectador.

Al mismo tiempo, Campos tiene el cuidado de no perder la ecuanimidad, aunque habría sido posible y necesario incorporar algún grado de vértigo al relato, manteniendo la soltura. Incluso cuando fuma en el velorio o aparecen toques de humor.

Guionista y director de cine, además de dramaturgo, a Neil Labute (1963) le han destacado el “humor ácido” como un rasgo distintivo de sus obras, “Gorda y “La forma de las cosas”, entre otras producciones.

Credibilidad e incertidumbres

Elegir un velatorio con una urna con flores sobre el escenario como el contexto objetivo, material y social de un relato sobre el amor de pareja puede ser percibido como una opción algo extraña o extravagante, más allá de remitir a imágenes dolorosas y que no se quisieran vivir.

Sin embargo, para el dramaturgo parece ser útil para interpelar a la majestad de la muerte con la naturalidad de la conducta cotidiana de su personaje central.

Más aún si pone en duda -o al menos en un grado de incertidumbre- que el amor de una pareja sea verdadero si está traspasado por un hecho antiguo que no se quiere reconocer y que se prefiere mantener oculto más allá de la vida y de la muerte.

En el Edward de Cristián Campos esta pregunta tiene un claro eco y el actor lo proyecta con seguridad y con un decir modulado y elegante, cuando revela parte de sus propias experiencias sobre el amor, la pasión y la sensación de pérdida que también lo acompaña.

En “Restos” el espectador se encontrará con una obra que interesa y convoca, con un único actor en escena que enlaza de manera muy particular un coro de situaciones alrededor de un ataúd que vocean la universalidad de ciertas o posibles emociones y experiencias humanas.

Restos
Rod Hoffmann

Restos

Dramaturgia: Neil LaBute (EE.UU)
Traducción: Camila Le Bert
Dirección: Antonio Campos
Elenco: Cristián Campos

Diseño: Zorra Vargas
Música: Arturo Zegers
Fotografías: Rod Hoffmann
Coproducción: Teatro UC y The Cow Company
Producción ejecutiva: Marcos Alvo

Teatro Zoco

Avda. La Dehesa 1500, Lo Barnechea
Viernes 21 y sábado 22, 20.00 horas.
Entradas https://bit.ly/3L9ynT7
Estacionamientos liberados.