Más de 50 días de cuarentena lleva Ignacio “Chascas” Valenzuela, célebre guionista chileno de teleseries hoy radicado en Miami en plena pandemia del Covid-19, virus que ha tenido a Estados Unidos como uno de los principales países afectados.

“Estoy encerrado bajo siete llaves, sin salir a la esquina… Nunca más volví a subirme al auto, ni ir al supermercado, ni mucho menos a comer afuera o salir a pasear con mi hija”, cuenta a BioBioChile desde su aislamiento social.

Encerrado junto a la familia que armó con su esposo, Anthony Ortega, el autor de telenovelas como Dama y Obrero y Amor a Domicilio ha sido testigo de cómo la industria del entretenimiento ha debido reinventarse tras el coronavirus.

Y si bien su rutina de trabajo no se ha visto interrumpida (sus sesiones maratónicas frente al computador se mantienen intactas), Valenzuela proyecta desde ya cambios sustantivos en el negocio de las teleseries.

“La situación post Covid va a generar, al menos en lo que se encuentra una vacuna, una situación muy particular: no se podrán escribir -y mucho menos rodar- escenas con muchos personajes juntos, o escenas donde haya contacto físico entre los personajes (como besos o encuentros sexuales)“, advierte.

El guionista, recientemente fichado por Netflix para la serie ¿Qué paso con Sara?, avizora un universo de telenovelas “post Covid” más cercano al concepto de “nueva normalidad” que al mundo que conocíamos.

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“Me imagino que también se reducirán los equipos de grabación, lo que generará que no se puedan hacer grandes escenas de acción o que incluyan dobles. Será un reto enorme volver a escribir para esa situación tan específica”, comenta.

(P): ¿Te has reinventado en esta cuarentena? ¿Cómo cambiará tu trabajo como guionista y escritor en esta “nueva normalidad”?
(R): Hasta ahora, no he necesitado reinventarme porque mi rutina de trabajo se parece mucho a estar en cuarentena. Un escritor como yo, que trabaja tantas horas al día y que necesita de una profunda concentración para poder realizar su trabajo, tiene que quedarse pegado a la silla por al menos 12 horas diarias. Y esa ha sido mi manera de trabajar desde que empecé a escribir “Amor a domicilio”, en 1994. Así es que, por fortuna, no he necesitado modificar horarios ni costumbres para poder enfrentar esta situación.

(P): ¿Te proyectas en este plan?
(R): Trato de no proyectarme mucho. El futuro me parece tan incierto, tan poco predecible, que para mantener una sanidad mental estoy intentando vivir anclado en el hoy, en el ahora, sin angustiarme por lo que podría -o no- venir.

Volver a Chile

Hace más de un año, Chascas Valenzuela y su pareja se convirtieron en padres de Leonora, su primera hija. El hito, revolucionó por completo su vida. Sin embargo, aún no puede concretar uno de sus grandes anhelos: traerla a Chile, el país de su propia familia.

“No he podido viajar por una razón muy injusta: mi hija no puede hacerlo por un vacío legal de las leyes chilenos, por lo que no he podido volver a Chile tras el18 de octubre”, cuenta, en relación a la legislación local.

“He estado hablando esto de manera muy cercana con el Consulado de Chile en Miami. Es un tema que se tiene que resolver, porque Leonora es mitad chilena, y no puede conocer a su país. Es ridículo, y esto deja a Chile en el pasado”, agrega.

¿Te han dado algún tipo de respuesta?
(R): Las cosas en Chile están muy difíciles. Además, todo lo que tiene que ver con leyes sobre matrimonio igualitario tienen que venir del gobierno, y este gobierno no va a poner en tabla estas leyes porque no están los votos. Este es un problema que no tiene representación (en el Congreso).

(P): A la distancia, ¿cuál ha sido tu reflexión sobre el estallido social?
(R): Mi primera reflexión es que no tenemos autoridades que estén a la altura de lo que el país está necesitando. Y eso es muy evidente… Pero los políticos no han entendido de dónde viene esto. Lo que hay es un descontento que viene gestándose durante años, y obviamente Piñera no es el responsable del 100% de la desigualdad, pero es totalmente responsable del mal momento que se hizo de la crisis.

(P): ¿Llevarías el “estallido social” a un guión de teleserie?
(R): Me encantaría, pero todavía siento que el tema está frente a mis narices, necesito tomar distancia para ocuparlo como material creativo. Todavía está pasando. Y hoy me interesa más la realidad que reflexionar sobre ella. Tal vez en unos años más, cuando tenga la posibilidad de retroceder unos pasos y tomar distancia, es muy probable que algo salga.

¿Hay más planes para Netflix u otros servicios de streaming además de ¿Qué pasó con Sara??
(R): Sí, tengo al menos dos proyectos más para servicios de streaming, que están en etapas tan embrionarias que no quisiera hablar de ellos. Pero digamos que voy a estar muy ocupado inventando y diagramando capítulos por los próximos meses.

¿Cómo proyectas este año en lo personal y laboral?
(R): Como un año muy intenso. Demasiado, tal vez. Entre el estallido social en Chile, las elecciones presidenciales aquí en USA, las atrocidades de Trump, el desorden del gobierno de Piñera, y el coronavirus, siento que voy a necesitar mucho tiempo para poder superar el estrés, la angustia y la incertidumbre que nos trajo a todos este 2020. Tal vez esta será la intensidad en la que viviremos de ahora en adelante. Y, si es así, espero poder adecuarme a ella lo antes posible. Por ahora, siento que voy jadeando siguiéndole apenas el paso a los días.

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Con @anthonyortegapr nos casamos apenas las leyes nos lo permitieron. Esa simple ceremonia, que duró apenas un minuto, y se llevó a cabo en una desabrida oficina gubernamental de Nueva York, nos cambió la vida: validó nuestra relación ante la sociedad y las leyes, nos permitió tener un seguro de salud único, pudimos pagar menos impuestos por el hecho de presentar solo una declaración conjunta, nos dejó comprar una casa y ponerla a nombre de ambos, nos quitó el estrés de saber que si uno de los dos se muere, el otro hereda de manera automática los bines que tenemos en conjunto, y nos otorgó el mejor regalo de nuestras vidas: una hija. La desigualdad legal y la discriminación es mucho más que una queja vacía de un grupo minoritario. Es un atentado a los derechos humanos de ciudadanos que son arrebatados de su dignidad solo porque alguien decidió, quién sabe por qué, que su manera de amar no merece igualdad ante la ley. Hoy cumplo 6 años de matrimonio con Anthony. Juntos, ganamos la batalla. Pero todavía no ganamos la guerra. Ayúdennos en esto: necesitamos cómplices que luchen junto a nosotros para permitir que miles, millones más, puedan conquistar sus derechos civiles. Ese será siempre nuestro mejor regalo de aniversario.

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