Los familiares de conscriptos fallecidos en Escuelas Matrices de las Fuerzas Armadas bajo extrañas circunstancias, se reunieron en la Plaza Independencia de Concepción para exigir a las autoridades una investigación que esclarezca las razones tras la muerte de sus hijos.

Justicia y verdad es lo que piden al gobierno 6 familias de conscriptos fallecidos mientras ejercían funciones en una de las Escuelas Matrices de las Fuerzas Armadas, ya que la razón de muerte entregada por las instituciones siempre fue la misma: un suicidio.

Esa fue la información que llegó a Luciano Fuentes Román, padre del grumete Luciano Fuentes Ovalle, fallecido en la Isla Quiriquina el 10 de mayo de este año, quien de plano descartó esa hipótesis. Para él es extraño que ese patrón común se repita en todos los casos.

Lo único que pide Fuentes es la verdad de como murió su hijo para calmar el dolor que le ha tocado vivir.

Otro caso es el de Ismael Quintul Salgado, Cabo segundo, ingeniero experto en levantamiento de minas, fallecido el 16 de junio de 2012 en el Regimiento Reforzado Topater de Calama, en el cual llevaba siete años, quien fue muerto por un fusil de guerra y encontrado con diversos cortes en sus brazos y piernas.

Oscar Quintul Rivera, padre de Ismael, lleva tres años luchando por su hijo, incluso fue detenido el 20 de agosto en Chillán por llevar un cartel que exigía justicia. Él sabe claramente que su hijo no se suicidó y ha tenido que vivir un calvario al no saber la verdad.

Quien también quiere esclarecer los hechos es Azucena Cáceres Chamorro, madre de Alexis Cáceres Cáceres, quien falleció el 12 de agosto de 1995 en la Isla Quiriquina tras un año y seis meses en la institución, también recibiendo el cuerpo de su hijo con el informe que afirma que fue un suicidio por depresión.

A la fecha, ha ido hasta el Congreso para recibir ayuda, pero aún sigue esperando el llamado que le permita saber la verdad sobre el caso de su hijo.

Los familiares esperan que con esto la verdad llegue pronto. Padres que entregaron a sus hijos a las instituciones para que cumplan sus sueños, pero a cambio recibieron un dolor permanente y una amargura muy difícil de pasar.