Si bien no se pueden prevenir su aparición y hay un factor genético en su origen, hay un nuevo grupo de la población que debe estar más atenta a los síntomas, puesto que una hernia mal tratada puede terminar con dolor crónico invalidante.

La cirugía de hernia es la segunda intervención electiva más frecuente, después de la de vesícula. La urgencia de los pacientes por retornar lo antes posible a la rutina ha impulsado el desarrollo de procedimientos mínimamente invasivos, los que tienen menor tiempo de recuperación y disminuyen el dolor postoperatorio.

Una hernia es un defecto en la pared del abdomen o de la región inguinal por donde aparece un saco o protuberancia. En algunos casos es muy dolorosa y la única forma de tratarla es con cirugía, la cual, si no es realizada de forma adecuada o a tiempo, puede generar secuelas importantes en la vida cotidiana. Además, si el intestino queda atrapado en el saco, puede resultar en una necrosis de los tejidos.

Si bien un porcentaje de personas sufre de hernias por causas genéticas, y sin posibilidad de prevenir su aparición, existe un grupo de la población que es más propenso a generarla en la actualidad. Se trata de los deportistas y las personas con sobrepeso. Ambos grupos han aumentado en la población, en particular aquellos deportistas “de fin de semana” que comienzan a realizar actividad física después de los 40 años, sin que sus cuerpos estén preparados.

“En Chile, los runners, futbolistas y tenistas son los más propensos a experimentar este defecto, tanto los amateur –por falta de preparación– como los profesionales, por la sobrecarga. Son justamente estos pacientes los que tienen mayor urgencia por retomar su rutina de ejercicios una vez operados”, explica el Dr. Agustín Álvarez, cirujano jefe del equipo de Hernia Abdominal de Clínica Santa María.

Asimismo, las personas con exceso de peso también tienen mayor probabilidad de sufrir una hernia, ya que tienen mayor presión intraabdominal, lo que sumado al desgaste natural de los tejidos –por la deficiencia de colágeno que conlleva el envejecimiento– produce la rotura. También los tosedores crónicos y los pacientes con dificultad para orinar o defecar tienen mayor riesgo de sufrirla, porque también en ellos aumenta la presión intraabdominal.

El Dr. Álvarez explica que, además de este grupo específico de personas, son los hombres mayores de 40 años los más propensos a sufrir una hernia, mientras que los adultos mayores tiene más posibilidades que tener complicaciones y ser operados de urgencia. Las consecuencias de no tratarse a tiempo van desde limitación funcional en las actividades cotidianas a la intervención de urgencia por tejidos que pueden salir por el saco herniario y quedar atrapados. En los casos más graves, se puede producir la muerte.

Pero ¿cómo saber si debo consultar a un médico? El principal síntoma es la presencia de un bulto en la zona abdominal o de la ingle, que puede causar una sensación de debilidad o malestar en la región. Asimismo, las hernias pueden causar molestias o dolor durante las actividades cotidianas, especialmente al realizar algún esfuerzo, así como al orinar o defecar.

Las técnicas quirúrgicas de última generación

La única solución a la hernia abdominal es la cirugía, la cual es la segunda intervención electiva más frecuente, después de la de vesícula. Este procedimiento ha ido mutando de técnicas abiertas e invasivas a alternativas laparoscópicas. Estas tienen importantes ventajas para el paciente: El postoperatorio es más corto, pueden retomar su vida normal en cuestión de días y el dolor es significativamente menor que en la cirugía abierta.

De acuerdo al Dr. Álvarez, los pacientes del siglo XXI, a diferencia de décadas pasadas, esperan retornar sus actividades lo antes posible: “Antes las personas no tenían problema en hacer reposo durante tres semanas tras una cirugía. Hoy no hay paciente que no llegue a la consulta preguntando cuándo puede volver al trabajo o a su práctica deportiva, por lo que las técnicas quirúrgicas cada día más apuntan a generar el menor impacto posible en el organismo”.

“Hoy el estándar de los cirujanos no es si la hernia regresa o no regresa, que era el foco principal hace 15 años. Hoy la gran mayoría de las reparaciones tiene una recurrencia de menos del 2%. Lo que buscamos actualmente es la calidad de vida del paciente en el postoperatorio, lo que se traduce en el menor dolor agudo y crónico y la rapidez con que el paciente recupera su cotidianeidad”, explica el especialista.

Dentro de estos procedimientos por laparoscopía se destaca la Técnica Extraperitoneal (TEP) para hernias inguinales, un procedimiento mínimamente invasivo que evita que el cirujano ingrese a la cavidad abdominal, ya que accede a través de un espacio virtual entre el músculo y la fascia –tejido conectivo que se extiende por todo el cuerpo–, disminuyendo los riesgos asociados. Ahí se instala una malla quirúrgica, con la que se corrige el defecto.

“Lo importante es cómo el cirujano instala la malla en el lugar. Con el TEP la posibilidad de dolor agudo y también crónico disminuye notablemente, puesto que ni siquiera es necesario fijar la malla con sutura, que en general es una causa de estas molestias postoperatorias”, asegura el Dr. Álvarez.

Los pacientes operados con esta técnica pueden volver a su rutina en cuestión de días, mientras que los deportistas pueden iniciar la recuperación física al tercer día y sus actividades de mayor competencia a las 3 semanas.
Desde 1996 a la fecha, el equipo de cirujanos de Clínica Santa María ha realizado 1.600 cirugías TEP, con cero mortalidad y baja morbilidad.

Esta experiencia fue compartida con cirujanos de todo Chile en el “Curso de Cirugía Mínimamente Invasiva en Hernias Abdominales y Reconstrucción de la Pared”, organizado por la Institución el pasado 7 y 8 de agosto y con invitados de Brasil y Argentina.