Son las 18:00 horas y pese a que aún no oscurece, el frío cala hondo en la tarde de invierno, donde las bajas temperaturas son una constante.

Pese a ello, Camilo, como lo llamaremos para este artículo, tiene 14 años y se esmera en lavar autos en una de las calles de la ciudad puerto, pues según nos comenta, este sustento es fundamental para ayudar en su casa y darse algún gusto de vez en cuando. Dice que no deja de estudiar, pero que “tampoco puedo dejar de trabajar”.

Mientras termina de secar uno de los vehículos, explica que apenas sale del liceo entra a su otro deber: el trabajo. Tarro y esponja en mano sale a las calles a buscar el sustento que permita hacer más llevadera la vida en su familia, y aunque sabe que lo ideal es que sólo se preocupe de sus estudios, el trabajo es primordial para él, y sus padres lo autorizan a que lo realice.

“Prefiero estar acá trabajando que estar metido en el alcohol, las drogas o robando como algunos compañeros de mi liceo… en mi casa a veces falta la plata y hay que sacrificarse y trabajar, igual sé que no tengo que dejar de estudiar, pero veo difícil poder seguir alguna carrera después, porque sale caro y hay otras prioridades”, comenta mientras da los últimos retoques al vehículo que limpia.

Caminamos algunas cuadras en Coquimbo y nos encontramos con una adolescente que trabaja atendiendo un local de impresiones e internet, según expresó tiene autorización de sus padres, y al igual que Camilo, lo que gana sirve para ayudar en su casa y costear uno que otro gusto.

Como ellos, son muchos los casos de niños, niñas y adolescentes que trabajan, y que pese a que muchos pasan des-apercibidos, son una realidad de la cual no se puede estar ajeno.

Según explican algunos especialistas en el tema, en determinados contextos el trabajo infantil se encuentra culturalmente muy arraigado, lo que contribuye a su oculta-miento o naturalización, ya sea porque se lo percibe como inevitable, como estrategia de supervivencia de las familias más vulnerables, o incluso porque se lo considera algo positivo, asociado al valor formativo de la niñez.

Respecto a la temática, la seremi del Trabajo y Previsión Social, Tarcila Piña, reconoce que el trabajo infantil es una realidad latente y palpable en la sociedad, ante la cual el Gobierno está comprometido con los niños, niñas y adolescentes “para que crezcan seguros, estudien, se desarrollen y trabajen sólo bajo condiciones que señala la ley”.

“Chile tiene más de 3 millones de niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17 años, de los cuales el 6,6% realiza una actividad económica. Específicamente en la Macrozona Norte, un 5,3% de nuestros niños, niñas y adolescentes se encuentran en trabajo infantil, y el 90% de éstos corresponden a trabajos peligrosos e intolerables, llámese trata de personas, trabajos pesados, prostitución o actividades ilícitas, expresó Piña.

Pero quisimos ir más allá, y consultar en concreto, qué se está haciendo desde el Gobierno para revertir esta situación y lograr bajar los índices de trabajo infantil.

A ello, la seremi respondió que “Chile ha avanzado en el desarrollo de los niños, niñas y adolescentes, hemos suscrito la Convención de Derechos del Niño, se extendió la obligatoriedad y gratuidad de la educación por 12 años, se firmaron los convenios con organismos internacionales para la protección de sus derechos, además, tenemos como meta erradicar el trabajo infantil de aquí al 2025 y convertirnos en la primera nación”.

El Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet ha creado el Consejo de la Infancia, que tiene como misión generar legislación y políticas públicas que garanticen los derechos de la niñez, a esto se suma la constitución del Observatorio contra el Trabajo Infantil, al alero del Ministerio del Trabajo y, de manera asociada, levantamos la Estrategia Nacional de Erradicación del Trabajo Infantil y Protección del Adolescente Trabajador 2015-2025”, detalló la titular regional del Trabajo

El fundamental trabajo en terreno

Aunque se han hecho campañas y se ha logrado bajar los índices de trabajo infantil en la zona y en el país, es evidente que aún falta trabajo por hacer. Después de conversar con los adolescentes, salimos en busca de respuestas y ubicamos a María Graciela Astudillo, ella es asistente social de la Oficina de Protección de Derechos del Niños Niñas y Adolescentes (OPD) de la comuna de Coquimbo, y trabaja en al área de gestión intersectorial y articulación de redes, conociendo de cerca el problema.

A su juicio, se ha avanzado en erradicar este flagelo social, y que las facetas más duras de trabajo infantil en Coquimbo se superaron hace cerca de dos años, cuando se dio inicio a un fuerte operativo en el que se trabajó en conjunto con Carabineros y el Gobierno, sin embargo, aún falta por atacar los trabajos de niños, niñas y adolescentes que están más ocultos.

“Se hizo un trabajo bien coordinado con Carabineros y algunas redes que trabajamos en infancia, para poder de alguna manera sacar a los niños y niñas de las calles, que se encontraban trabajando hace un par de años atrás (…) Se coordinó este trabajo con los Carabineros y se logró esto de cierta manera…ya no vemos tantos niños trabajando, de repente nos encontramos con adolescentes en las calles mayores de 15 años, que a la vez, igual tienen un mismo riesgo. Tenemos cifras de trabajo doméstico o en temporadas en el campo o en el sector agrícola y pesquero, pero son cifras más ocultas”, precisó Astudillo, añadiendo que en Chile los adolescentes sólo pueden trabajar entre los 15 y 17 años de edad, siempre y cuando tengan permiso no-tarial de sus padres y no sean labores que pongan en riesgo su seguridad, de acuerdo a lo señalado en la ley.

En qué trabajan nuestros niños

Lamentablemente los ámbitos en los que se desempeñan los niños, niñas y adolescentes son variados y muchos de ellos representan un peligro latente para su seguridad. Según explica la directora regional del Sename, Verónica Zárate, las labores se concentran en trabajos domésticos, venta y atención, además del turismo y el trabajo en calle; de esto último, se desprenden lavados de autos, prostitución y drogas.

“De acuerdo a datos de la OIT 219 mil niños y niñas trabajan en Chile, de estos 94 mil son menores de 14 años. Como Sename nos hacemos cargo de atender además con intervención directa las formas más duras y complejas de trabajo infantil, actualmente 63 niños y niñas son atendidos por proyectos especializados, en las peores formas de trabajo infantil, que de manera específica, están relacionado con actividades sexuales remuneradas de gran daño físico y emocional para niños y niñas”, explicó Zárate.

Una luz en el camino

La ambiciosa meta del Gobierno de erradicar el trabajo infantil en el mediano plazo en Chile supone una serie de medidas y políticas que apunten directamente a ello, es por eso, que para la directora regional de Sename, Verónica Zárate, es fundamental la implementación de la estrategia regional de erradicación de trabajo infantil, que esta semana firmaron las autoridades, en la cual “se esperan ejecutar acciones concretas, coordinadas con distintas instituciones públicas que permitan erradicar este problema social y proteger a los adolescentes que realizan actividades remuneradas pero que están estén acordes a su etapa de desarrollo y cumplan con las condiciones establecidas por ley”, sentencia Zárate.