La trayectoria de la bala y la ausencia de pólvora en la mano, son los principales factores que llaman a pensar que la muerte del fiscal argentino Alberto Nisman no se ajusta a la presunción de suicidio.
Fuentes judiciales con acceso a la autopsia realizada al cuerpo del persecutor reafirman las suposiciones, pues los rastros tipo de un atentado contra la propia vida no calzan con los hallados en la habitación del edificio Le Parc, hace casi un mes.
Según consigna el diario trasandino Clarín, tales conclusiones obligarían a descartar por completo una de las principales tesis del caso.
La bala
El proyectil calibre .22 que acabó con la vida de Nisman tuvo un recorrido ascendente, desde una zona superior a la oreja derecha del fiscal. Asimismo, éste ingresó a una distancia de uno a tres centímetros de separación entre el arma y el punto de impacto.
Ambos hechos despiertan dudas entre los especialistas. Que la pistola no estuviera pegada a la cabeza es uno de los elemento ‘no habituales’ a considerar, además de un trazado en la bala poco común para estos eventos.
Pólvora en la mano
Las muestras a la mano del fiscal Nisman dieron negativo para presencia de pólvora en la mano que, eventualmente, habría sostenido el arma mortal: la derecha.
El sistema utilizado fue el de barrido electrónico y su margen de fallo es escaso.
La fiscal a cargo de la indagación, Viviana Fein, podría pedir un disparo guiado del mismo aparato para verificar si quedan o no signos de pólvora una vez activado.
El carácter del fiscal
La personalidad de Alberto Nisman también se ha tenido en cuenta a la hora de especular sobre un suicidio y las motivaciones que se pueden tener para recurrir a él como medida extrema.
“Quien diga que (Nisman) flaqueó porque era floja su denuncia es no haberlo conocido a él. Un suicidio sería incompatible con su forma de pensar. Era muy seguro de sí mismo”, señala una fuente judicial contactada por Clarín que desestima por completo que el fiscal haya optado por el camino de la autoeliminación.
Ello, además de otras aristas que comúnmente no son consideradas, como las fallas en las cámaras de seguridad de su residencia, la falta de traba en la puerta de servicio y su trabajo hasta el último instante en la causa de AMIA, de la cual era titular.
En contraparte, quienes aún persisten en la idea de que pudo tratarse de suicidio, señalan como principal argumento la rigidez en los dedos del persecutor, la que, se concede, es propia de quienes se disparan y mueren al instante.