El nuevo ministro griego de finanzas se reúne este jueves en Berlín con su homólogo alemán después de que el Banco Central Europeo haya privado a los bancos griegos de un importante canal de financiación, acentuando así los temores de una asfixia financiera de Atenas.

Yanis Varoufakis será recibido por la mañana por Wolfgang Schäuble, uno de los más fervientes defensores del rigor presupuestario en Europa.

Esta debería ser la última etapa de la operación de seducción de los nuevos dirigentes griegos ante sus socios europeos, de cara a renegociar su deuda de más de 300.000 millones de euros y acabar con la cura de rigor impuesta a cambio de los préstamos internacionales.

Pero el BCE anunció la noche del miércoles que dejará de aceptar la deuda soberana griega como garantía para prestar dinero a los bancos del país, con unas garantías inferiores a las que acostumbra.

El comunicado de la BCE tuvo un efecto inmediato en los mercados financieros e hizo caer Wall Street y el euro.

La decisión del BCE no tiene “repercusiones negativas” en el sector financiero griego, que sigue “totalmente protegido” gracias a los otros canales de liquidez disponibles, declaró de inmediato el Ministerio griego de Finanzas.

Los bancos griegos tienen ahora en teoría la opción del mecanismo de urgencia llamado ELA, que permite a los bancos centrales financiar a los establecimientos de crédito.

Gracias a este mecanismo, “el sistema bancario griego sigue estando suficientemente capitalizado y totalmente protegido”, asegura el Ministerio griego de Finanzas.

Esta decisión “traslada la presión a la Eurozona para progresar rápidamente hacia un acuerdo que beneficie a cada uno” sobre el futuro de la deuda griega y de las reformas económicas del país, añadió.

Varoufakis viajó en persona a Fráncfort el miércoles para pedir a Mario Draghi, presidente del BCE, una forma de “mantener la cabeza fuera del agua” mientras se pone de acuerdo con sus socios europeos.

Aumentar la presión

La jefa del gobierno alemán Angela Merkel indicó que “en el fondo” los demás países europeos no habían cambiado de posición, siguen opuestos a una quita de la deuda y quieren que Grecia prosiga las reformas.

En París, donde recibió este miércoles a Tsipras, el presidente François Hollande preconizó “dos principios”: la “solidaridad” y el “respeto (…) de las reglas europeas que se imponen a todos”. En Bruselas, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, dejó entrever “esfuerzos encarnizados” para llegar a una solución.

Draghi no pareció más flexible y pidió a Varoufakis que “negocie con rapidez y de forma constructiva” con sus socios del Eurogrupo con el fin de garantizar “la estabilidad financiera” de Grecia, según una fuente del BCE.

El consejo de gobernadores se reunió en Fráncfort el miércoles por la tarde y decidió aumentar la presión a Atenas.

La decisión anunciada por el BCE supone el fin de un sistema ventajoso que formaba parte del plan de rescate. En consecuencia los bancos no podrán utilizar los préstamos del BCE para comprar deuda griega. La disposición estaba condicionada por el programa de ayuda a Grecia hasta final de febrero.

Tampoco a cero

Pero “no es posible anticipar ahora mismo una salida positiva” del programa de ayuda, escribe el BCE en su comunicado. Dicho de otro modo, quiere claridad sobre el futuro del programa -¿se van a realizar las reformas iniciadas? ¿qué pasará después de febrero- antes de volver a abrir el grifo.

La institución no deja del todo a cero a los bancos griegos. Por una parte, siempre pueden aportar como garantía al BCE otros activos aparte de la deuda pública griega.

Por otra parte, los bancos griegos tienen ahora en teoría la opción del mecanismo de urgencia llamado ELA, que permite a los bancos centrales financiar a los establecimientos de crédito.

La advertencia del BCE se produjo después de que Tsipras se mostrara “muy optimista” en Bruselas acerca de la posibilidad de “encontrar una solución viable para nuestro futuro”.

Tsipras propuso al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, elaborar con la UE un plan de reformas y de financiamiento a cuatro años (2015-2018), según una fuente gubernamental en Atenas.

Este plan incluye un programa “radical” en materia de lucha contra la corrupción y el fraude fiscal, acompañado por un “reequilibrio financiero” de Grecia, que pasaría por abandonar la exigencia de conseguir un excedente primario “monstruoso” del 4,5% de su Producto Interno Bruto (PIB).

Varios dirigentes europeos reclamaron medidas contra la corrupción y el clientelismo, entre ellos el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, o el vicecanciller del Gobierno alemán y ministro de Economía, Sigmar Gabriel.

En Atenas, diez días después de la victoria de la izquierda radical Syriza, en las legislativas, el Parlamento conquistado por la mayoría antiausteridad se reúne este jueves por primera vez.