Cuando los vehículos se detienen en el gigantesco cruce tokiota de Shibuya, uno de los más concurridos del mundo, cientos de personas cruzan absortas en sus teléfonos móviles, inconscientes del peligro.
Este desconcertante espectáculo preocupa a las autoridades japonesas, ya que, si todo el mundo actúa de igual manera, la seguridad de los peatones correría una grave amenaza.
Una simulación realizada por NTT Docomo, primer operador japonés de servicios de telefonía, demostró que si 1.500 individuos intentan atravesar este inmenso cruce con los ojos pegados a la pantalla, se producirían 446 colisiones y 103 caídas. Y únicamente un tercio de los peatones alcanzaría la otra acera con toda seguridad.
“Si la gente continúa recorriendo las calles con la mirada fija en su teléfono, el número de accidentes aumentará”, advirtió Tetsuya Yamamoto, un alto funcionario encargado de la prevención de riesgos en los bomberos de Tokio.
Según él, “el 41% de los accidentes vinculados al celular lo llevan a cabo personas mientras caminan o montan en bici”. Los automovilistas, que hablan o miran su teléfono móvil, no son los únicos peligros públicos.
Y Yamamoto no se refiere a puntuales molestias entre dos personas que tropiezan entre ellas y se disculpan, sino de individuos que terminan en el hospital.
Según los trabajadores de emergencias, entre 2009 y 2013, las ambulancias atendieron a 122 heridos tras accidentes causados por peatones absortos en su celulares.
La liebre avanzaba utilizando su smartphone y…
Todos los adultos japoneses tiene un móvil -la mitad de ellos smartphones- y la proporción de niños tecnológicamente equipados tiende a aumentar.
Según el estudio de NTT Docomo, el campo de visión de una persona centrada en la pantalla de su móvil se reduce al 5% de la visión habitual.
“Es peligroso, sobre todo para los niños. Es nuestro deber actuar para que este tipo de comportamiento desaparezca”, explica Hiroshi Suzuki, director del área de responsabilidad social de Docomo.
Y Suzuki se pone manos a la obra con una gira por los colegios para enseñar a los pequeños el arte de hacer un uso responsable de su “sumaho”.
“Nos basamos en la historia de la liebre y la tortuga”, explica. “La liebre avanza utilizando su smartphone y cae en un agujero. Queremos mostrar a los niños que pueden convertirse en la liebre”.
Entonces, ¿habría que obligar a los peatones a llevar un casco?
“No creo que eso sea necesario en un futuro cercano, pero nuestro mensaje es que podría llegar. Todos somos víctimas potenciales”, advierte Suzuki.
Carteles en estaciones de trenes, silbidos de los agentes de policía y otras iniciativas intentan luchar contra esta plaga moderna, no sólo exclusiva de Tokio. Londres, Nueva York, París o Hong Kong lamentan también la presencia masiva de adictos al móvil.
En China, un parque de atracciones situado en la megalópolis de Chongqing (suroeste) ha llegado incluso a dividir las aceras en dos: para peatones con o sin móvil. Por su parte, una ciudad del Estado de Nueva York estudia reglamentar por ley el uso de los celulares en la calle.