La lucha contra el virus del Ébola ha trastornado la vida cotidiana en Sierra Leona, uno de los países más afectados por la epidemia, con transportes bloqueados, restricciones de movimiento en las zonas de cuarentena y amenazas de escasez de alimentos.

Este país anglófono se ha convertido en el nuevo epicentro de este brote, con 298 muertos entre 717 casos confirmados, sospechosos o probables.

En total, el ébola ha causado la muerte de más de 960 personas en África Occidental, entre 1.800 casos en ocho meses, según la Organización Mundial de la Salud.

La situación es particularmente difícil para los habitantes de Kailahun y Kenema, dos distritos del este de Sierra Leona, en cuarentena desde el jueves.

El confinamiento podría durar entre 60 y 90 días, según el estado de emergencia decretado el 1 de agosto por el presidente Ernest Bai Koroma para luchar contra la epidemia.

Las poblaciones en cuarentena tienen prohibido salir de las zonas afectadas. Para hacer respetar esta medida, unos 1.500 militares y policías fueron desplegados en todo el país, indicó el sábado el ministro de Defensa Paolo Conteh.

Desde que se decretó la cuarentena, el alcalde de Kenema, Joseph Kelfalah, nota “un aumento de los precios de los víveres” en su ciudad, la tercera más grande del país. “Pero estamos intentando remediarlo”, dijo.

El sábado, según testigos, un puñado de camiones de ONG con material para los trabajadores humanitarios fue autorizado a cruzar el principal puesto de control de Gondama para entrar en Kenema, más al sur.

Pasajeros de taxis y de buses colectivos, así como un repartidor de bebidas indicaron que intentaron entrar a Kenema, sin lograrlo. Tuvieron que dar media vuelta en el puesto de control y fueron enviados a Bo, a 50 km.

En Kailahun, capital del distrito y centro de actividades comerciales y agrícolas, el miedo al ébola, los puestos de control y el temor de verse bloqueados fuera de la zona han empujado a varios habitantes a no abandonar sus domicilios.

“Leyes fuertes” contra el ébola

La capital de Sierra Leona, Freetown, no está en cuarentena, sin embargo, no es tan fácil movilizarse debido a problemas en los transportes.

En la estación central de autobuses, los usuarios se impacientan, entre retrasos, anulaciones y cambios de autobuses.

Por su parte, los transportistas vacilan entre el temor de atrapar el virus de un pasajero infectado y la necesidad de compensar sus pérdidas de ingresos.

Según David Sesay, responsable de una asociación de transportistas, una decena de sus colegas han muerto del ébola.

De acuerdo a la jefa de la Oficina Nacional de Turismo, Fatmatta Osagie, “más de 33.000 turistas han abandonado Sierra Leona desde que se declaró la epidemia”, acarreando pérdidas en los sectores de la hostelería, restauración, transporte y diversas pequeñas profesiones.

Sierra Leona es un país pobre a pesar de tener un importante potencial económico. Posee importantes recursos minerales – diamantes, bauxita, oro, mineral de hierro, petróleo en alta mar, pero los ingresos se distribuyen de manera desigual entre sus seis millones de habitantes.

Tras una guerra civil de once años (1991-2002), que dejó alrededor de 12.000 muertos y arruinó su economía, el país había logrado atraer importantes inversiones, principalmente para la exploración de petróleo y la agricultura. Esfuerzos amenazados hoy por la epidemia.

Las autoridades admiten que las medidas contra el ébola son severas pero estiman que son necesarias.

Tienen como objetivo “detener la transmisión del virus del Ébola”, asegura un responsable de la policía, Karrow Kamara.

“Necesitamos leyes fuertes para luchar contra la enfermedad”, sostiene por su parte el ministro de Educación, Minkailu Bah.