El humorista gráfico argentino Joaquín Salvador Lavado, “Quino”, contó que su creación Mafalda le dio alegrías pero también sufrimiento, aunque se manifestó honrado por el premio Príncipe de Asturias que se anunció el miércoles en España.

“Me siento honrado y sorprendido” por el galardón, aunque “llega cuando uno está cansando”, dijo en una conferencia de prensa en la sede de la editorial Random House en Buenos Aires.

“Sería mejor que a uno se los dieran (los premios) de joven, así suelta el festejo”, señaló con un guiño de humor el dibujante de 81 años.

“Recibí la noticia con sorpresa y con honor. Es un premio que dedico a mi mujer, que ha sido clave para que Mafalda sea conocida” fuera de Argentina, dijo acerca de su esposa Alicia con quien lleva 54 años de matrimonio.

Sobre su niña rebelde, Mafalda, a la que dejó en 1973, admitió que le “dio alegrías pero también sufrimiento”, al punto que pensó “muchas veces en dejar de dibujarla”.

Daniel Divinsky, fundador de Ediciones de la Flor, casa de Mafalda en Argentina, manifestó su “legítimo orgullo” de haber contribuido a la difusión de una obra que es cada vez más reconocida, dijo a la AFP.

También destacó “la paradoja que a él (Quino), hijo y nieto de republicanos fervientes, y él mismo militantemente antifranquista, lo premie la monarquía española”.

50 años de frases “vigentes”

Quino explicó que creó a Mafalda originalmente como soporte de una publicidad de electrodomésticos que finalmente nunca vio la luz.

Luego de ese traspié inicial, la niña de pensamientos irreverentes quedó olvidada por dos años en una carpeta hasta que fue publicada por primera vez en el diario argentino Primera Plana en 1964 y dejó de publicarse en 1973.

“Yo mismo me sorprendo de haber dibujado a Mafalda hablando de una situación entre israelíes y palestinos hace 40 años”, admitió su creador.

Pero apuntó que la vigencia de su personaje se debe en parte “a que los problemas del mundo son los mismos” que entonces.

Pese a los muchos premios que le deparó la tira, Quino reconoce que “Mafalda era un dibujo más”. “Nunca la quise más que a otros que hice”, asegura.

Y el autor explicó por qué dejó de dibujar hace varios años.

“La última página, la he dibujado en 2006. Veo muy mal. La última película que fui a ver casi no pude ver nada, no la pasé bien, pero creo que igual seguiré yendo al cine”, dijo con una sonrisa.

Oriundo de la provincia de Mendoza (centro-oeste) y proveniente de una familia andaluza, Quino contó que su familia siempre lo apoyó como dibujante.

Inspiraciones de sus Manolos y Felipes

Quino contó que muchos de los personajes que acompañaron a Mafalda fueron inspirados en quienes lo rodeaban.

Guillermo, tiene raíces en uno de sus cinco sobrinos, Manolo, en un panadero, padre de un amigo suyo que se oponía a que su hijo fuera periodista, y para Felipe se inspiró en su amigo Jorge Timossi, el fallecido periodista que trabajó en la agencia de noticias cubana Prensa Latina.

Aunque en los comienzos, a los 18 años, su “ideal era hacer dibujos mudos”, fueron los textos inteligentes y desopilantes de Mafalda y sus amigos los que le valieron la fama, pero también la censura y la presión política.

“De entrada nomás la tuve, me decían: ‘Pibe, chistes contra la familia no, militares no, desnudos no. Yo nací con autocensura”, afirma.

En ese sentido rememoró que cuando Mafalda se publicó por primera vez en España durante la dictadura franquista (1936-1975) “salía con una banda que decía ‘Sólo para adultos’”, y también que fue censurada en Bolivia, Chile y Brasil.

Pese a haber hecho reír a varias generaciones, Quino se define como un hombre con escaso sentido del humor.

“En general todos los humoristas somos tipos introvertidos y también ‘pataduras’ para el baile”, dijo.

A diferencia de Mafalda, Quino disfruta la sopa aunque ahora dice estar ansioso “de comer una tortilla con el Príncipe de Asturias”.

Con el galardón a Quino, Argentina vuelve a ser reconocida con el premio Príncipe de Asturias, 12 años después del virtuoso batuta Daniel Barenboim, el expresidente Raúl Alfonsín, el bioquímico David Vázquez Martínez y el intelectual Mario Bunge.