Turquía puso fin este sábado a las labores de rescate en la mina de Soma con la recuperación de los últimos cuerpos de los 301 mineros fallecidos en esta tragedia, que aviva el descontento contra el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, a tres meses de la elección presidencial.
Tras cuatro días de complicadas operaciones, los equipos de rescate sacaron a la superficie los cadáveres de los dos últimos mineros que permanecían en el yacimiento accidentado el martes.
“La misión de rescate concluyó. No queda ningún minero en el fondo de la mina”, declaró el ministro de Energía, Taner Yildiz, a la prensa.
El mayor accidente minero en la historia de Turquía provocó una oleada de indignación contra la empresa Soma Kömür Isletmeleri, acusada de priorizar la rentabilidad por encima de la seguridad, y contra el gobierno islamista conservador por haber descuidado la seguridad de los mineros.
Las fuerzas de seguridad dispersaron violentamente con gases lacrimógenos y cañones de agua este viernes una multitudinaria manifestación que exigía, a pocos kilómetros del lugar de la tragedia, la dimisión del gobierno de Erdogan.
“El carbón no podrá reconfortar el corazón de los hijos de los mineros fallecidos”, señalaba una pancarta desplegada por los manifestantes en Soma.
La situación continuaba tensa en esa ciudad del oeste de Turquía, un día después de la intervención policial.
Según la Asociación de Abogados Contemporáneos, al menos 36 personas, entre ellas, 8 abogados, fueron detenidas el sábado por intentar realizar una declaración pública. El gobernador de la región había prohibido cualquier tipo de manifestación.
Erdogan -que dirige Turquía desde 2003 y podría anunciar su candidatura a la elección presidencial de agosto- atribuyó el accidente a la fatalidad, y rechazó las acusaciones de negligencia, al tiempo que anunció una investigación par aclarar lo sucedido. “Los accidentes forman parte de la propia naturaleza de las minas”, había afirmado.
Las fotografías de las protestas tampoco calmaron los ánimos, máxime cuando se acerca el primer aniversario de la ola de protestas antigubernamentales de 2013.
Según las imágenes que circulan en las redes sociales, el jefe de gobierno, famoso por sus salidas de tono, habría personalmente abofeteado a un manifestante, una información desmentida el viernes por el portavoz de su partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP), Huseyin Celik.
La foto de uno de los asesores del primer ministro pegando una patada a otro manifestante mientras dos policías fuertemente armados lo retenían en el suelo, también impactó a una Turquía en duelo.
Las críticas al gobierno, acentuadas en diciembre por la publicación de un escándalo de corrupción que salpica al Ejecutivo y al propio primer ministro, no afectaron sin embargo al gobernante AKP, que salió victorioso de las elecciones municipales del 30 de marzo.
Tras esta victoria, nadie duda de que el hombre más carismático del país se presentará a la próxima elección presidencial de los días 10 y 24 de agosto.
Por otra parte, en su edición del sábado el diario Milliyet afirma que un informe preliminar sobre las causas de la catástrofe señala la falta de detectores de monóxido de carbono en la mina.
El presidente de la compañía minera, Alp Gürkan, muy criticado por la prensa tras la catástrofe, se había vanagloriado en 2012 de haber logrado reducir de 130 a 24 dólares la tonelada los costes de producción en su mina.