Las muertes prematuras y los problemas de salud causados por la contaminación atmosférica le cuestan hasta 300.000 millones de dólares anuales a China, según un informe del Banco Mundial, que aboga por un nuevo modelo de urbanización en la segunda economía mundial.
“Ahora que China se prepara a una nueva ola de urbanización, será cada vez más crucial tener en cuenta los problemas medioambientales, ya que gran parte de la contaminación china se concentra en las ciudades” del país, advierte el Banco Mundial en su informe, realizado con un centro de investigación vinculado al gobierno de China.
El elevado índice de mortalidad y los problemas de salud provocados por la espesa nube de polución en las metrópolis le cuestan al país entre 100.000 y 300.0000 millones de dólares por año, según este informe.
El ex ministro de Salud Chen Zhu había citado en diciembre, en la revista médica The Lancet, estudios según los cuales la contaminación provoca 500.000 fallecimientos por año en el país.
Pero los efectos se hacen también sentir a largo plazo, ya que los bebés y los niños se ven gravemente afectados por las partículas tóxicas, con riesgos crecientes, además, de malformación para los futuros niños aún no nacidos, advierte el informe.
Es cierto que la rápida urbanización de la segunda economía del planeta -lo que ayudó a su rápido crecimiento- evitó la proliferación de asentamientos de viviendas marginales o un exceso desempleo, pero “ahora aparecen tensiones debido al aumento de las desigualdades sociales, de la degradación del medio ambiente, y del acelerado agotamiento de los recursos naturales”, indican el Banco Mundial y los investigadores chinos.
Los habitantes de los medios rurales suelen pagar el precio del avance urbano: sus tierras son a menudo compradas por un precio equivalente como mucho al 20 por ciento de su valor de mercado, y la superficie de las tierras cultivables está ahora cerca del nivel mínimo para garantizar el suministro alimentario, advierte el estudio.
Al ritmo actual de urbanización en China, las ciudades van a absorber unos 34.000 km2 -es decir, más o menos la superficie de Holanda- en la próxima década.
Para los autores del informe, China debe adoptar un nuevo modelo de urbanización, más basado en los mecanismos de mercado y en los principios de eficacia para frenar los proyectos inmobiliarios especulativos y las ciudades-fantasma.
También aboga, además de por una gestión de tierras que beneficie más a los rurales, por una reforma de los permisos de residencia (“hukou”) para ofrecer un mayor acceso a los servicios públicos a trabajadores migrantes.
China va a gastar 5,3 billones de dólares en los próximos 15 años en proyectos de urbanización. Pero si concibiera ciudades más densas y más eficaces, el país podría ahorrarse 1,4 billones de dólares, es decir 15% de su PIB de 2013, según un responsable del Banco Mundial.
El informe pide por último a Pekín que refuerce su legislación sobre la contaminación. El primer ministro Li Keqiang ya prometió recientemente “declarar la guerra” a la polución, y anunció nuevas medidas contra esta plaga, especialmente en las urbes.