El náufrago salvadoreño José Salvador Alvarenga, quien asegura haber sobrevivido 13 meses a la deriva en el océano Pacífico, afirmó este martes que tratará de superar su traumática experiencia y, tras haber abandonado el hospital, será llevado el miércoles al pueblo costero donde nació.
“Voy a tratar de superar todo lo que me ha pasado, pero estoy bien, estoy feliz y doy gracias a Dios”, dijo en la noche Alvarenga en una rueda de prensa, en un hotel de San Salvador, tras haber sido dado de alta en la mañana del hospital público donde estuvo recluido una semana.
En la conferencia de prensa, en la que habló muy poco, Alvarenga, de 37 años, estuvo acompañado de su padre Ricardo Orellana, de su madre María Julia Alvarenga, y un abogado que contrató la familia, Benedicto Perlera.
El abogado aseguró a AFP que será llevado el miércoles a su natal Garita Palmera, 118 km al oeste de San Salvador, pese a que más temprano el náufrago había dicho a la prensa, en una breve comparecencia en el hospital, que no quería regresar a ese pueblo ubicado en la costa del Pacífico.
“Lo vamos a llevar a Garita Palmera, él decidirá si desea quedarse unos días en ese lugar o si será una visita corta de unas horas para que pueda estar con su hija Fátima (14 años)”, declaró el abogado, sin profundizar en el hecho de que el náufrago padece de talosofobia o miedo al mar.
Tras su salida del hospital, Alvarenga fue llevado por el abogado de la familia a hospedarse en el hotel junto a sus padres, pero aún se desconoce dónde vivirá o qué planes tiene para rehacer su vida.
- De alta, pero bajo tratamiento -
En el hospital San Rafael, ubicado en la ciudad de Santa Tecla, en la periferia oeste de San Salvador y a 12 km de la capital, compareció temprano ante las cámaras saludando: “Estoy bien, muchas gracias”, dijo escuetamente a los periodistas que insistían en pedirle que narrara su historia.
“No me acuerdo”, les dijo el náufrago, junto a la ministra de Salud, María Isabel Rodríguez, sus padres y el abogado, en la entrada de la sección de emergencia del hospital San Rafael, constataron periodistas de la AFP.
Alvarenga fue sometido a una serie de exámenes físicos y sicológicos durante la semana que estuvo en el hospital, desde que regresó a El Salvador la noche del 11 de febrero repatriado desde las Islas Marshall (región de Micronesia), donde fue rescatado el 30 de enero.
“Hemos decidido darle el alta física, pero nosotros le vamos a dar el seguimiento al estado de su salud. Lo importante es que empiece a tener contacto con su familia, con las cosas, con las personas que no tuvo contacto mientras estuvo náufrago”, declaró el siquiatra Ángel Fredi Sermeño, miembro del equipo multidisciplinario que lo atendió.
La ministra de Salud había informado previamente a la prensa que se le dieron a Alvarenga “todas las indicaciones para el tratamiento de su lesión en la columna”. “Ya se demostró que no va a requerir tratamiento quirúrgico, sino que va a ser tratado con fisioterapia”, subrayó.
- Una historia que conmovió al mundo -
Alvarenga ha acaparado atención mundial desde que apareció en el atolón Ebon, al sur de las islas Marshall, semidesnudo y con el pelo y la barba crecidos, en una lancha de pesca de 7 metros de eslora y de fibra de vidrio, cuyos motores se averiaron.
Alvarenga “consiguió arrastrar su embarcación a nado” hacia la orilla de una isla del atolón la noche del 29 de enero, explicó a la AFP la alcaldesa de Ebon, Ione de Brum. Cansado, se durmió en la arena, donde el canto de los gallos le despertó al alba.
Las primeras personas que encontró Alvarenga en el atolón se lograron comunicar con él gracias a algunas palabras de español aprendidas por los isleños con la serie de dibujos animados “Dora la Exploradora”.
Esa lancha que tenía la inscripción “Camaroneros de la Costa”, de matrícula mexicana, se convirtió en la primera prueba de la travesía de Alvarenga, que luego fue avalada por una universidad de Estados Unidos que estudia el comportamiento de las corrientes marinas.
Según su relato, en diciembre de 2012 salió de la costa mexicana del Pacífico, donde vivía como indocumentado, a pescar tiburones junto a un mexicano de 24 años, pero la embarcación se averió y quedaron a la deriva.
El hombre contó que sobrevivió comiendo aves y pescado crudos, y bebiendo sangre de tortuga y su propia orina; pero que su compañero de pesca murió a los cuatro meses, incapaz de soportar esa dieta.