Con su victoria este domingo en el descenso masculino, Matthias Mayer logra una medalla de oro con la que supera a su padre, Helmut Mayer, que ‘sólo’ fue plata en el supergigante de Calgary 1988.
Este triunfo sirve también al joven austriaco, de 23 años, para superar a su compatriota Hermann Maier, el legendario “Herminator”, que nunca obtuvo el oro olímpico en la prueba reina del esquí alpino.
El hecho de ser hijo de un medallista olímpico nunca le garantizó al joven Matthias un éxito en el circo blanco. Cierto es que Helmut le enseño a esquiar, le acompañó en sus primeras competiciones, pero después el hijo pródigo se liberó de la tutela de su padre.
Fue curiosamente en la disciplina del supergigante, en la que se consagró su padre, que el joven Matthias comenzó a hacerse un nombre tras proclamarse subcampeón mundial junior y después con dos podios en la Copa del Mundo de esta especialidad, mezcla de velocidad e instinto.
El mejor resultado hasta este domingo era un segundo puesto en el supergigante de Kitzbühel, el 25 de enero de 2013, por detrás del maestro noruego Aksel Lund Svindal.
“Fue también un gran alivio para el cuerpo técnico porque sabíamos que el relevo estaba ahí”, recuerda Hans Pum, director de deportes de la Federación Austriaca y exjefe del equipo de esquí alpino.
Austria, primera potencia mundial del esquí alpino, recuperó así el oro en la especialidad reina de este deporte, el descenso, un título que se le había escapado en las tres últimas citas olímpicas.
Lo realizado por Matthias Mayer tiene más mérito aún por cuanto su especialidad es el supergigante y porque, además, con sus 73 kilos para 1,79 m de altura, es como si en un combate de boxeo un peso pluma derrota a los pesos pesados.
El austriaco había avisado de su buena forma este temporada, con un par de buenos resultados en descenso (un quinto puesto en Bormio y un sexto en Wengen), pero sin alcanzar nunca el podio.
“Al llegar a los Juegos, recordé una promesa hecha hace dos años aquí mismo, durante una prueba (que no concluyó): ‘Si quieres realizar tu sueño, aprovecha tus oportunidades. Prepárate’”, explicó el joven tras la prueba.
Mayer no descuidó su preparación física, practicando la bicicleta de montaña durante el periodo estival.
En 2012 le detectaron una artritis reactiva que le llevó a perder quince kilos, pero la enfermedad se convirtió en una fuerza de superación.
¿Estaba predestinado a una medalla olímpica? Su madre Margritt, que “es muy religiosa”, según Mayer, así se lo inculcó.
A partir de este domingo, Matthias Mayer ya tiene su lugar en este Panteón.