Termina el 2013 y todos buscan al protagonista nacional del año. Y se mencionan alternativas: Michelle Bachelet, Sebastián Piñera, Alexis Sánchez, Pablo Longueira. O los movimientos sociales, los estudiantes, la mayoría que no fue a votar.

Son muchos los postulantes, pero hay uno, silencioso, que poco a poco se ha instalado como un actor relevante y permanente. Es la sequía que azota a nuestro país hace ya una buena cantidad de años.

Según datos de Gobierno, camiones aljibe abastecen de agua potable a 392 localidades en las que los pozos se secaron. Y se estima que son insuficientes.

Según la Dirección Meteorológica de Chile, el índice pluviométrico de 2013 fue de -1.2 puntos, y quedó a sólo 0.5 puntos del peor registro histórico, de 1998.

El drama de la sequía es un problema político. Es un problema por la falta de visión de los políticos.

La política, hoy, baila al ritmo de los intereses económicos del corto plazo. Ahí está el financiamiento de la misma política. Arrasar con los recursos naturales es rentabilidad rápida. La sequía es una agonía lenta, no cabe en sensibilidad de muchos políticos.