El alemán Sebastian Vettel (Red Bull), de 26 años, que este domingo se convirtió en el piloto más joven que gana cuatro títulos mundiales en la Fórmula 1, iguala en el palmarés histórico al francés Alain Prost, que logró su última corona en 1993 con 38 años.

En el panteón de la máxima categoría del automovilismo a Vettel sólo le quedan por delante su compatriota Michael Schumacher, siete títulos mundiales -cinco de ellos consecutivos entre 2000 y 2004-, y el argentino Juan Manuel Fangio, cinco coronas en los años 50.

“Me impresionó sobre todo al principio por su madurez y ahora continúa su camino, va a ser cada vez más fuerte. Ser campeón por cuatro años seguidos a los 26, una edad a la que yo estaba ganando mi primera carrera… El hecho de haber ganado antes tres títulos seguidos le ha dado una fuerza increíble psicológicamente y no quiere parar”, señaló Prost sobre el hombre que le ha igualado este domingo.

Las estadísticas de Vettel son cada vez más impresionantes: 116 grandes premios disputados para 36 victorias y 43 ‘poles positions’.

Un porcentaje comparable al de los mejores años de Schumacher y que se corresponde con la manera en la que Red Bull y Vettel han dominado la Fórmula 1 desde 2010 al haber juntado al mejor piloto, coche e ingeniero, Adrian Newey.

A pesar de los ataques y algunas críticas, Vettel siempre se muestra sencillo, sonriente y accesible, disponible a los aficionados y contento de ser campeón del mundo en un equipo volcado en esta empresa. “Soy un poco testarudo”, decía el alemán el jueves cuando se le preguntaba si tenía algún defecto.

Sebastian Vettel enfadado

“No hemos pasado mucho tiempo descansando en la piscina”, se quejó Vettel en Singapur, después de una victoria ‘a lo Schumacher’, con 30 segundos de ventaja sobre el resto, sobre la circunstancia de que le silbaran en el podio, como también ocurrió en Spa y Monza. La superioridad del alemán de Red Bull molesta a algunos de sus rivales.

Sus detractores también levantaron la voz después de la victoria que consiguió en Malasia, en marzo, cuando desoyó las órdenes de equipo y adelantó a su compañero, el australiano Mark Webber.

‘Baby Schumi’ se intentó explicar: “Estaba más rápido que él, así que es normal que le adelantara”.

“Es cuanto menos increíble: Es muy bueno, simpático y la gente le silba, mientras que Kimi Raikkonen es popular a pesar de no sonreír nunca”, señaló un periodista francés que sigue la Fórmula 1 desde hace varios años.

Vettel también ‘enfada’ cuando levanta su dedo para celebrar una ‘pole position’ o una victoria.

“Tuvimos una pequeña charla con algunas personas del equipo por una razón que se me escapa, parecen ofendidos por este gesto”, señaló el alemán hace quince días en Suzuka.

Pero, haciendo honor a su condición de testarudo, no tiene pensado variar el ritual: “Lo más importante es ser uno mismo y mantenerse firme”.

Esta temporada ha resultado más fácil para Red Bull, con Vettel como virtual vencedor en toda la segunda parte de la temporada.

Además, ha contado con la circunstancia de que su RB9 ha resultado cada vez más fiable mientras que la competencia, además de empeorar su rendimiento según transcurría el campeonato, ha estado dividida; con los pilotos de Ferrari, Mercedes y Lotus alternándose en el podio.

“¿Cómo ha conseguido esto?”, le preguntó un periodista indio el sábado. “No lo sé”, respondió Vettel, para luego descifrar un poco de su misterio: “Cuando todo comenzó, estaba muy lejos de imaginar todo lo que ha pasado. Era una afición, lo hacía en familia… Pero todo ha cambiado muy rápido”.

“Al final la pasión es la que nos guía a todos. Nuestro amor por el deporte. Nos encantan los desafíos personales. Comparado con el kárting, los coches son más grandes, los circuitos más largos y hay más gente que nos sigue. Pero en el fondo es parecido”, concluyó Vettel, un campeón normal; un chico sencillo con un palmarés excepcional.