“Ellos tuvieron una relación, pero mi hija no fue violada…”; “Hay padres que no quisieron denunciar por un tema social..”; “Las niñas no fueron abusadas, se puede apreciar que hay una manipulación desde el entorno familiar materno…”. Éstas son sólo algunas de las declaraciones, emitidas por adultos, vinculados a mediáticos casos de abuso sexual ocurridos en nuestro país.

Dichas palabras evidencian su reacción al conocer que un niño o adolescente cercano a su familia y entorno fue víctima de abuso sexual. Es decir, la actitud de negación a creer que ocurrió un hecho tan doloroso, lo que incluso los puede llevar a responsabilizar a la víctima por los daños sufridos.

Pero,¿Qué razones explican que los padres, o cercanos a niños abusados, justifiquen a una persona que cometió un acto que hirió física y moralmente a sus hijos?

Ante esta interrogante, la antropóloga de la Universidad de Concepción, Carla Donoso, explicó que los adultos pueden justificar el actuar de los agresores sexuales debido a la concepción cultural que aún impera en nuestro país respecto a la sexualidad. En la sociedad chilena aún primaría el concepto de que el “deseo sexual masculino es incontrolable y siempre debe encontrar un desahogo”.

Por lo tanto, la mujer – sea una adulta o una menor- “es vista como la responsable de que las relaciones sexuales se produzcan, incluso las que no son consensuadas, debido a que es reconocida como la incitadora de dicho deseo sexual masculino”, indica la profesional.

En este sentido, la sicóloga María Teresa Poo, docente de la Universidad de la Frontera, entregó otra opinión para explicar este hecho. La profesional precisó que es común que los padres muestren sentimientos de rabia hacia los niños abusados cuando el agresor es una persona cercana a la familia.

Lo anterior, porque tratan de buscar una explicación para este hecho que les genera confusión y emociones ambivalentes. Es decir, para lograr la aceptación de un suceso que les genera emociones encontradas tienden a negar o minimizar los hechos. Esto no es a nivel consciente, pero les sirve para lograr tranquilidad cognitiva y resolver la angustia provocada en el momento.

En relación a este tema, Vinka Jackson, psicóloga de la Universidad de Chile y autora del libro “Agua Fresca en los Espejos”, explicó que la negativa de los padres a no creer en una primera instancia el abuso del que fueron víctimas sus hijos se debe a un “punto ciego” que durante muchos años ha existido en relación a las necesidades, derechos y sufrimientos de los niños.

Este “punto ciego” es más fuerte cuando el agresor es una persona cercana a la familia, por lo tanto, los padres tienden a negar que una persona -con la que tienen sentimientos involucrados- pudo haber dañado a los niños. Es decir, a mayor cercanía afectiva, mayor el punto ciego, y aún cuando se logre ver y creer lo sucedido, se tratará de buscar atenuantes o justificaciones para el abuso a como dé lugar.

Vinka Jackson afirmó que esto puede ser por los afectos hacia el agresor o la historia personal de abuso que pudieron haber sufrido los mismos padres, lo que les imposibilita visualizar y soportar el dolor de su hijo.

Otros motivos pueden ser evitar la cárcel a alguien de la familia, no perder a quien es el proveedor del hogar o a la pareja (común en los sectores más vulnerables), como tampoco renunciar al ideal de familia y evitar ser juzgados por un derterminado círculo social. Todo esto, sin pensar en el enorme daño y abandono que eso significa para un niño, y el riesgo que se corre al no separar y alejar de inmediato al abusador.

La terapeuta también agregó que estas situaciones de negación se producen ante el desconocimiento sobre qué conductas constituyen o no un abuso. Además de que puede ser una manera de evitar preguntarse por las responsabilidades del adulto desde las omisiones y ausencias en la vida del menor dañado.

La sicóloga fue enfática en precisar que los testigos pasivos del abuso sexual de menores también comparten responsabilidades. Sin embargo, las omisiones, negligencias, encubrimientos o complicidades con el abuso sufrido por un niño no tienen mayor sanción en Chile.

“Si todos supiéramos que ser testigos pasivos de abusos tiene consecuencias ante la ley, quizás los grados de atención y de compromiso de actuar en socorro de los niños serían mucho mayores”, opinó Jackson.