Los oídos se encuentran expuestos ante cualquier infección de la vía aérea durante la época de invierno por las bajas temperaturas, y en que los virus se encuentran en mayor cantidad debido a la mala ventilación del ambiente y de la calidad del aire.
Así lo explicó la docente de la Escuela de Fonoaudiología de la Universidad Andrés Bello, Marcia Núñez, precisando que “los oídos se comunican con la boca y la nariz, por este motivo ante cualquier resfrío que afecte la cavidad oral y nasal puede comprometer el oído y llegar a provocar una otitis (inflamación a éste)”.
Los lactantes y niños menores de 5 años es la población más vulnerable ante los cuadros virales que comprometen el tracto respiratorio. Son, precisamente ellos quienes presentan cuadros faríngeos y nasales con alteraciones en los oídos.
Respecto a qué tan eficientes son las orejeras que venden en la calle, por ejemplo, para evitar cambios de temperatura, la experta expresó que “sirven para cuidar la piel que necesita ser protegida del frío, pero no para evitar una otitis”.
“Lo importante es proteger la entrada de aire frío a la nariz y la boca, ya que es en esta zona donde se genera la transmisión de gérmenes que podrían afectar al oído, principalmente en niños”, explicó Núñez.
La fonoaudióloga recomendó algunas medidas fundamentales, como evitar los cambios de temperatura, ventilar la casa, proteger la nariz y la boca para impedir el ingreso de aire frío, no exponer a los lactantes a lugares muy concurridos (centros comerciales, servicios de urgencia, etcétera). Además sugirió tratar que los niños y adultos mayores no estén en contacto con personas que presenten cuadros virales, resfríos y neumonía.
Por su parte, la directora del Magíster en Audiología de la Universidad Andrés Bello, Martha Arrocet, agregó que “se debe evitar que los lactantes y niños pequeños y asmáticos frecuenten las zonas refrigeradas de los supermercados (sector de los yogur, leches, helados y postres), donde la temperatura es aun menor y evaporan hielo”.
Marcia Núñez recomendó no limpiar los oídos con “cotonitos” o “palos de fósforo con algodón”.
“Cualquier elemento que introduzca en el conducto puede producir una herida o empujar el cerumen que, junto a las pelusas de algodón, forman un tapón que sólo puede ser sacado por un profesional capacitado. La solución es dejar que el oído desarrolle su proceso natural de limpieza. El conducto auditivo cuenta con un sistema que hace que el cerumen vaya hacia afuera y se caiga”, explicó.
Tampoco se debe rascar con palillos, lápices o cualquier elemento punzante, porque puede provocar una herida en el conducto auditivo o una perforación del tímpano.