Al menos 800.000 personas se lanzaron a las calles de todo Brasil para exigir servicios públicos de calidad y denunciar los gastos del Mundial de fútbol, en masivas protestas callejeras que dejaron un muerto y decenas de heridos.

En Río de Janeiro tuvo lugar la mayor y más violenta protesta con 300.000 manifestantes que marcharon hacia la alcaldía en plena Copa Confederaciones, un ensayo general del Mundial el año próximo.

Enfrentamientos con la policía allí y en otros sitios del centro de la ciudad en el día en que España goleó a Tahití 10 a 0 en el Maracaná dejaron al menos 40 heridos, según un balance inicial de la policía.

La confrontación comenzó cuando grupos de manifestantes comenzaron a tirar piedras y a agredir a policías, que respondían con gases lacrimógenos, ráfagas de balas de goma y a palos, constataron periodistas de la AFP.

La televisión Globo mostró imágenes de uno de sus periodistas herido de bala de goma en la frente, tras quedar atrapado entre manifestantes violentos y policías.

Un automóvil de la televisión SBT fue incendiado por manifestantes, algunos de los cuales tienen como blanco a los medios de comunicación tradicionales.

Las protestas tuvieron este jueves su primer muerto, un manifestante de Ribeirao Preto, una ciudad del interior del estado de Sao Paulo, que fue atropellado por un automóvil junto a otras dos personas, dijo a la AFP la policía.

Debido a la convulsión social en el país en plena Copa Confederaciones, la presidenta Dilma Rousseff canceló el viaje que tenía previsto la semana próxima a Japón.

Hogueras en Brasilia

En Brasilia, donde manifestaron unas 30.000 personas, un grupo de manifestantes intentó incendiar el ministerio de Relaciones Interiores, tras lograr traspasar una barrera policial y lanzar dentro objetos en llamas, constató una periodista de la AFP.

Frente al Congreso y en la Esplanada de Ministerios, la policía lanzó varias veces gases lacrimógenos. Varias hogueras ardían, luego de que un grupo de manifestantes incendiara toldos y basura.

“El pueblo es poder”, lee la pancarta de un manifestante frente al Congreso.

En un momento, varios intentaron llegar a la Presidencia, cantando “Soy brasileño con mucho orgullo”, pero fueron frenados por la policía.

En Salvador, la policía disparó gases lacrimógenos y balas de goma contra parte de los 20.000 manifestantes concentrados a 2 km del estadio donde se enfrentaron Nigeria y Uruguay (2-1) por la Copa Confederaciones, luego de que un pequeño grupo les lanzara piedras, según periodistas de la AFP en el lugar.

Al menos un manifestante fue herido por bala de goma, y también hubo un policía herido.

Además de Río y Brasilia, otras ciudades que registraron enfrentamientos entre pequeños grupos de manifestantes violentos y la policía, que respondía a las piedras con bombas de humo, gases lacrimógenos y balas de goma, fueron Vitoria, Porto Alegre, Belem, Campinas y más temprano, en Salvador de Bahia.

“¡Oportunistas!”

Por primera vez, algunos sindicatos, organizaciones de la sociedad civil y partidos políticos -incluido el gobernante Partido de los Trabajadores (izquierda) y la Unión Nacional de Estudiantes (UNE)- intentaron sin éxito participar en las marchas, portando sus banderas.

En Sao Paulo, integrantes del PT fueron recibidos con hostilidad por varios de los 110.000 manifestantes que marchaban por la Avenida Paulista, que corearon contra ellos insultos de grueso calibre y les gritaban “¡Oportunistas!”. Varias banderas del PT fueron quemadas, constató una periodista de la AFP.

“¡Vayan para Cuba!”, “¡Vayan para Venezuela”!, gritaban los manifestantes a los integrantes de la UNE.

Gigantescas marchas se desarrollan en más de 100 ciudades del país y nada presagia el fin de este movimiento apartidario, que carece de liderazgos identificados.

Indignación general

Las protestas, que han dejado perplejo al gobierno y a la clase política, comenzaron exigiendo la revocación del aumento del precio del boleto de autobús, metro y tren. Pero rápidamente sumaron otros reclamos y denuncias, como los 15.000 millones de dólares de dinero de los contribuyentes destinados a la Copa Confederaciones y el Mundial 2014.

Los manifestantes, en su mayoría jóvenes, educados y de clase media, expresan su indignación por el aumento del costo de vida y la mala calidad de los servicios, en momentos en que el país, mundialmente famoso por sus programas sociales que sacaron a millones de la pobreza, registra un decepcionante crecimiento económico y una inflación en alza.

También denuncian la corrupción arraigada en la política brasileña y reclaman mayores inversiones en educación, salud y seguridad.

Estas son las mayores protestas en dos décadas en Brasil, un país donde la población no acostumbra salir a las calles a expresar su descontento.

La marcha atrás de masiva de alcaldías y gobiernos estatales en el aumento del precio del boleto de metro, tren y autobús, que desataron las manifestaciones en Sao Paulo hace 10 días, no logró frenar las protestas.

“Ya tuvimos una primera victoria, pero estamos acá por el pase libre. Sao Paulo tiene dinero suficiente para que el transporte sea gratis”, dijo a la AFP Carolina Piñones, una estudiante de 26 años que manifestaba en la metrópoli.

Las capitales estaduales de Curitiba, Natal, Belo Horizonte y Campo Grande anunciaron rebajas en el precio del transporte público, siguiendo los pasos de Sao Paulo, Río de Janeiro, Porto Alegre, Cuiabá, Recife y Joao Pessoa.