Miles de campesinas brasileñas protestaron este jueves para que se ponga fin a la violencia contra la mujer en el país, reclamando de políticas públicas al respecto.
Las 3.000 mujeres de todo el país reunidas en una jornada de tres días en la capital, decidieron centrar la manifestación en dos temas muy preocupantes para la población: “la violencia y la necesidad de políticas públicas”, explicó Elisiane Jahn, del Movimiento de Mujeres Campesinas.
“La violencia contra la mujer en el campo es una realidad silenciosa, sabemos que existe porque las denuncias incluso han aumentado, pero no hay estadísticas”, dijo.
Con la melena azabache suelta y el pañuelo lila de las campesinas, la indígena Priscila Maciel Duarte Lopes, de la aldea Dourados en el estado Mato Grosso do Sul, hacía sonar su “maracá”, una maraca de calabaza y coloreadas cintas: “cuando la mujer indígena sufre mucha amenaza, lo usamos para rezar, para que el mal espíritu no use a los hombres para matarnos”, explica a la AFP.
“Hemos conseguido con los años el salario maternidad y que las tierras puedan estar en nuestro nombre, pero seguimos muy lejos de muchos logros, nuestros salarios siguen siendo bajos, sufrimos abusos en el trabajo y la inversión en la salud y la educación son insuficientes”, explica Irene Moraes, una agricultora de Mato Grosso do Sul que reconocía había dejado “mucho trabajo por hacer en casa, las vacas por ordeñar, el huerto por regar, pero vale la pena”.
La presidenta Dilma Rousseff participó el martes del encuentro, cuando aseguró ante las 3.000 agricultoras que “Brasil necesita a las mujeres campesinas en condición de ciudadanas, no solamente como productoras” y se comprometió a adoptar políticas específicas para ellas.