Bolivia ingresó a la recta final para celebrar el viernes 21 de diciembre el solsticio de verano y el fin del calendario maya, con actos religiosos y culturales en la Isla del Sol, sobre el Lago Titicaca, así lo informó el pasado miércoles el canciller David Choquehuanca.

Choquehuanca, jefe de la diplomacia boliviana y uno de los principales ideólogos aymaras del gobierno, dijo en conferencia de prensa que se espera la llegada de gobernantes de varios países, dirigentes indígenas e intelectuales.

“Hay interés de varios presidentes, han confirmado algunos su participación para esta fecha en este solsticio de verano”, afirmó el ministro, aunque evitó confirmar qué mandatarios estarán el viernes en Bolivia, al mencionar la importancia de la fecha, ya anticipada -según él- por el calendario maya. “Nuestros hermanos mayas hace 5.000 años han tallado en piedras un calendario natural que termina este 21 de diciembre de 2012″, indicó.

Acotó que “el fin de este calendario natural coincide con algunos fenómenos en el espacio: la alineación de los planetas, la alineación de nuestro sol al sol central, después de 25.000 años”.

Para Choquehuanca, los mayas consideran que el 21 de diciembre “está llegando el fin del no-tiempo y para nosotros (los indígenas) están llegando los últimos días de la ‘macha’ (oscuridad): la crisis del capitalismo”.

“Estamos en esos tiempos de la crisis global del capitalismo, de las leyes hechas por el hombre que están en función a los intereses de los hombres”.

Bolivia comenzó los preparativos el pasado domingo con actos religiosos y culturales en la Isla Suriqui, cercana a la Isla del Sol, en el lado boliviano del Lago Titicaca, el navegable más alto del mundo a 3.800 metros de altitud.

Para el viernes se han preparado rituales andinos y se espera la llegada de unas 5.000 personas a la Isla del Sol, de unos 14 km2 de extensión.

El gobierno boliviano, desde la llegada del aymara Evo Morales al poder, ha emprendido una fuerte política oficial para rescatar costumbres y religiones de los pueblos milenarios, quienes representan su principal sostén político y electoral.