No es frecuente encontrar dos instalaciones de este nivel en un mismo lugar, de dos artistas muy diversos –Gonzalo Díaz, Premio Nacional de Arte y de vasta trayectoria, y Máximo Corvalán-Pincheira que, bordeando los 40 está construyendo una buena trayectoria- pero con una obras sólidas, rigurosas, provocadoras y comprometidas.

Lonquén, de Gonzalo Díaz, hasta el 12 de agosto

La exposición Lonquén, del artista chileno y premio nacional de artes (2003) Gonzalo Díaz, es un proyecto que repone una de las obras más emblemáticas y significativas para el arte contemporáneo chileno y latinoamericano.

Originalmente titulada Lonquén 10 años y exhibida en la Galería Ojo de Buey en Santiago en 1989, esta obra fue posteriormente exhibida en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid en la exposición F(r)icciones: Visiones del Sur (2001) .

Lonquén hace referencia directa a la localidad del mismo nombre de la Región Metropolitana de Santiago, conocida ampliamente por el llamado Caso Lonquén, el cual corresponde al primer caso de violaciones a los derechos humanos donde se articula con claridad el concepto de Detenido Desaparecido durante el gobierno militar de Augusto Pinochet.

El caso Lonquén describe el magnicidio de 15 campesinos cuyas edades fluctuaban entre los 17 y los 51 años, todos campesinos de los fundos y parcelas locales, quienes fueron fusilados y posteriormente quemados en el interior de los antiguos hornos de una mina de cal. El crimen fue cometido por carabineros de la tenencia de Isla de Maipo en los días posteriores al golpe de estado de 1973.

En 1978 y producto de una confesión hecha a un sacerdote del arzobispado de Santiago, los hechos son conocidos y corroborados por periodistas, juristas, políticos y sacerdotes quienes rápidamente ponen en conocimiento al poder judicial, el que conoce y condena el primer caso sobre violaciones a los derechos humanos por los crímenes de la dictadura.

Curador: Mario Navarro

Proyecto ADN, de Máximo Corvalán-Pincheira, hasta 19 de agosto

Esculturas lumínicas que parecen insectos o moléculas brillando en la penumbra, el sonido del agua y el zumbido invasivo de la electricidad: la intervención de Máximo Corvalán-Pincheira en la Galería de la Memoria es una propuesta experimental, que invita a reflexionar sobre los adelantos en los análisis del ADN, sobre la historia política chilena y ciertas situaciones de desastre.

“Proyecto ADN” es una intervención de Máximo Corvalán-Pincheira concebida para seducir al espectador. La propuesta situada en el Museo de la Memoria entre el 5 de julio y el 12 de agosto de 2012, está compuesta por 33 piezas escultóricas armadas con tubos fluorescentes, cables, huesos y tuberías, que brillan suspendidas sobre piletas de agua en la oscuridad. El sonido: los zumbidos eléctricos de los aparatos que de pronto lucen como un enjambre de insectos luminosos o moléculas de neón retorciéndose en un paisaje acuoso.

La obra del artista reflexiona –entre otros temas– sobre la importancia del ADN y la historia política chilena. El proyecto total se centra en la instalación hecha especialmente para la Galería de la Memoria, espacio abierto entre el Metro Quinta Normal y el Museo de la Memoria; y continúa en el Jardín Acuático, a la salida sur poniente de la institución, con un trabajo también objetual y lumínico que juega con la idea de una fuente de agua.

El interés de Corvalán-Picheira por el ADN surgió a partir de los últimos adelantos en los procesos de identificación de cuerpos, que se aplican incluso en fragmentos diminutos. El análisis nuclear del ADN ha sido clave tras la caída de las Torres Gemelas en Nueva York (2001), en el accidente del avión Casa 212 en Juan Fernández (2011) y, también en Chile, en la identificación de restos de detenidos desaparecidos.

“El ADN se ha convertido en un concepto icónico los últimos años que ha sobrepasado las áreas de la ciencia para adentrarse en otros campos como metáfora; que puede llegar a reeditar la historia, redefiniendo hitos y momentos del pasado con mayor certeza, llegando a poner en jaque los documentos que la narran, afectados por juicios, apreciaciones culturales y subjetivas. El ADN conecta además con un hecho brutal en el país, que se relaciona a mi historia personal: la entrega a los familiares de cuerpos de detenidos-desaparecidos que no correspondían. Ahora se han podido establecer identidades con casi total certeza”, explica.

La intervención de Corvalán-Pincheira juega con el impacto. Atrae, pero nos acerca al terror. Junto a la luz y los tubos de neón: los huesos y los cables que aprisionan, la energía eléctrica en contacto con el agua, los vestigios de los cuerpos; historias de desastres. Lo orgánico y lo tecnológico, lo bello y lo siniestro.
“Hace mucho tiempo que trabajo con una idea de Bruce Nauman sobre la obra de arte como un golpe, como ‘un bate en pleno rostro’. La obra debe ser una provocación. Siento que hoy es importante conmover al espectador. A un trabajo artístico le cuesta competir con el cine, la TV, la publicidad. A mí me interesa atrapar al espectador desde la entrada y desde ahí motivar la interpretación”, agrega.

Máximo Corvalán – Pincheira (1973) es Licenciado en Artes de la Universidad ARCIS y Magíster en Artes Visuales de la Universidad de Chile. Ha participado en las bienales de Shangai (2004), del Museo Nacional de Bellas Artes (2006) y de La Habana (2009). Entre sus exposiciones individuales, destacan “Proyecto EWE-03” (2003, Museo de Arte Contemporáneo), “Free Trade Ensambladura” (2005, Galería Animal – Main Gallery, California, Estados Unidos); “Bestia segura” (2005, Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires); “DNI” (2009, Wewerka Pavillon, Münster, Alemania) y “Simulacro -1” (2011, Galería D21).

Museo de la Memoria y de los Derechos Humanos
Matucana 501, Metro Quinta Normal, Santiago – Chile
Fono: (562) 597 96 00
Horario: Martes a domingo 10:00 – 18:00 horas