Los pacientes con mielofibrosis, un cáncer de sangre, tratados con medica ruxolitinib, el primer tratamiento autorizado en Estados Unidos, vieron disminuir sus síntomas y bajar su tasa de mortalidad 50%, según un estudio.

Los resultados de este ensayo clínico condujeron a la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA por su nombre en inglés) a aprobar en noviembre la venta de ruxolitinib, cuyo nombre comercial es Jakafi, del laboratorio Incyte Corp.

Jafaki bloquea una proteína (la tirosina JAK2) y está destinado a los enfermos que presentan un estado avanzado o intermediario de la enfermedad. Este tipo de cáncer de la sangre se caracteriza por una superproducción de glóbulos rojos y blancos por la médula ósea.

Para este ensayo, cuyos resultados son publicados por el New England Journal of Medicine del 1 de marzo, investigadores del Centro Anderson del cáncer en Houston (Texas, sur) y de la Clínica Mayo de Scottdale (Arizona, sudoeste) siguieron a más de 300 enfermos repartidos en 89 centros de cuidados estadounidenses.

El ensayo muestra que el fármaco ruxolitinib “es claramente más eficaz para aliviar a los enfermos de sus síntomas y mejorar su calidad de vida que todo lo que podíamos ofrecer antes”, afirmó el doctor Jason Gotlib, profesor adjunto de medicina de la Universidad de Stanford (California, oeste) y coautor del estudio.

Una experiencia similar realizada en Europa mostró que el ruxolitinib era el mejor tratamiento para reducir el hinchazón del bazo y los otros síntomas de este cáncer, como la fiebre.

Cerca del 46% de los pacientes del estudio tratados con este medicamento mejoraron, frente a 5% del grupo al que se trato con un placebo.

La terapia permite una reducción del 50% de la mortalidad de los enfermos al cabo de un año, explica Gotlib, que precisa que aún se desconocen los efectos a largo plazo.

“El ruxolitinib no cura la enfermedad”, señala, pero “sus ventajas clínica son significativas y sustanciales, y permiten a numerosos pacientes realizar actividades normales”.

La mielofibrosis afecta a 30.000 personas cada año en Estados Unidos.