Dos hechos ocurridos en el Palacio de La Moneda este jueves, sirven para plantear los límites entre lo público y lo privado, y reflexionar sobre el carácter de nuestra República.

El primero, la divulgación de un video de una celebración entre autoridades de gobierno y periodistas que cubren las actividades del Ejecutivo en el palacio. Una celebración que se hace todos los años y que, además, se realiza en otras reparticiones públicas. En el video, el Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, canta un karaoke en donde aprovecha de echar una pulla al Fiscal Nacional, Sabas Chahuán.

El otro acto, también en el Palacio de La Moneda, fue la celebración de la Festividad Judía de Janucá.

Esa ceremonia fue presidida por el ministro secretario general de la Presidencia, Cristián Larroulet, y asistieron cerca de 300 invitados entre ministros, parlamentarios y representantes de las fuerzas armadas, entre otros.

¿Es pertinente esa ceremonia? En mi opinión, no. El Estado chileno es laico y La Moneda debiera ser el símbolo de eso.

Un Estado Laico es prescindente de toda religión. O sea, las considera a todas por igual y, lo más importante, no creer o creer en la superstición que sea, no hace alguna diferencia. Tener una religión o no tenerla es cuestión privada, que no supone mérito ni perjuicio. Es fácil decirlo, pero el Estado debe asumir lo que eso significa y actuar en consecuencia.

Paradojalmente, en Israel no se realizan ceremonias religiosas ni en la sede del gobierno ni en el Parlamento.

Por lo demás, para celebrar ceremonias religiosas están los templos. Liberados, por si no se sabe, de pagar impuestos.

http://www.youtube.com/watch?v=y3JFlDlxDvU&feature=youtu.be