El serbio Novak Djokovic, eterno ‘tercerón’ en las anteriores temporadas, asaltó la jerarquía del tenis masculino y tras el torneo de Wimbledon quebró la hegemonía en la ATP del dúo Nadal-Federer, mientras el suizo tras un año aciago volvió en tromba para llevarse los últimos 3 torneos.

Por su parte, la danesa Caroline Wozniacki, una reina sin corona, puesto que no ha ganado aún ninguna prueba del Grand Slam, dominó durante esta temporada el escalafón mundial del tenis femenino (WTA).

En cuando a “Nole” Djokovic, o simplemente “Djoko” como prefieren llamarlo algunos, fue construyendo poco a poco una atalaya por momentos inexpugnable.

Este año comenzó ganando por segunda vez en su carrera el Abierto de Australia, tras derrotar claramente en la final del primer torneo del Grand Slam de la temporada al escocés Andy Murray, por 6-4, 6-2 y 6-3.

Después, poco a poco se fue convirtiendo en la “bestia negra” del anterior N.1 mundial, el español Rafael Nadal, al que derrotó en diferentes torneos Masters 1000 y en todas las superficies.

Indian Wells y Miami (USA) en superficie dura, Madrid y Roma sobre arcilla y el césped de Wimbledon vieron el dominio del jugador belgradense sobre el manacorí, quien si bien ganó su sexto Roland Garros, igualando al Sueco Bjorn Borg, y venciendo una vez más en la final a su amigo-rival Roger Federer por 7-5, 7-6 (7/3), 5-7 y 6-1, no pudo evitar que al consagrarse en la “Catedral” inglesa el primero le arrebatara el cetro de la ATP.

Un logro que refrendaría ante el balear, de 25 años, en la final del US Open, que el serbio ganó por 6-4, 6-1, 1-6 y 6-3. Después, una lesión rebelde en un hombro le haría bajar su desempeño.

Pero, como es cada vez más frecuente en el tenis y casi todos los deportes de alta competición, el desgaste físico y las lesiones pasan factura a casi todos los jugadores.

Consciente de ello, a sus 30 años Federer, quien no ganó ningún Grand Slam en el año por primera vez desde 2003, y había caído al cuarto puesto del ránking en beneficio del británico Andy Murray, se saltó la gira asiática y se dedicó a descansar y a entrenarse durante seis semanas.

El resultado fue inmejorable: defendió con clase el título de su ciudad natal, Basilea, se llevó el de París-Bercy, que se les resistía, y cerró ganando el Masters de Londres, para recuperar la tercer plaza de la ATP y demostrar que es el mejor de todos los tiempos.

Además de poseer el récord de 16 trofeos del Grand Slam en su vitrina, jugó su final número 100 en el circuito, de las que ganó 70.

Finalmente, en la Copa Davis, España volvió a derrotar a Argentina en la final, esta vez por 3-1 en Sevilla, y así la “Armada” conquistó su quinta ensaladera de plata, mientras que la “Legión” rioplatense disputó por cuarta vez la instancia decisiva sin conocer la victoria. Nadal, pese a su baja forma física al final del año, fue decisivo.

La rama femenina vio triunfar en su regreso a la belga Kim Clijsters, quien derrotó a la china Li Na por 3-6, 6-3 y 6-3 en la final del Abierto de Australia.

En Roland Garros, Li Na se sacó la espina y venció en la final por 6-4 y 7-6 (7/0) a la italiana Francesca Schiavone, convirtiéndose en la primera jugadora china en ganar un Grand Slam.

Llegó Wimbledon y la joven checa Petra Kvitova venció a la rusa Maria Sharapova en la final por un contundente 6-3 y 6-4, mientras que en el US Open, contra pronóstico, la australiana Samantha Stosur le ganó a la estadounidense Serena Williams por 6-2 y 6-3.

La República Checa, por su parte, ganó la primera Copa Federación (la “Davis femenina”) de su historia al imponerse a Rusia por 3-2 en Moscú.

El liderazgo de Wozniacki y los resultados sorpresivos se explican en parte por las recurrentes lesiones que sufren las jugadoras (como las hermanas Venus y Serena Williams), quizás más que los hombres. Algo que una vez más pone en tela de juicio lo cargado y apretado del calendario del circuito profesional.