El líder palestino Mahmud Abas, de 76 años, desempeña el viernes en la ONU el papel más importante de su carrera como defensor inquebrantable del derecho a un Estado palestino, luego de ser considerado mucho tiempo como un peón de Estados Unidos e Israel.

Abu Mazen (su nombre de guerra) es la antítesis de su carismático predecesor, Yaser Arafat. Es tan discreto y pragmático como Arafat –ovacionado en Naciones Unidas en noviembre de 1974– fuera brillante y adulado.

Sin embargo, este dirigente moderado es el que tiene la responsabilidad de ganar una de las batallas diplomáticas más delicadas del interminable conflicto israelo-palestino, aunque probablemente no modificará su curso.

Por otra parte, su poder se ha debilitado. Después de ser electo triunfalmente presidente de la Autoridad Palestina en 2005, después de la muerte de Arafat, ya no tiene mandato desde enero de 2009.

En enero de 2006, su partido, el Fatah, perdió las elecciones legislativas ante el Hamas, que expulsó a sus partidarios de Gaza en junio de 2007, reduciendo su autoridad a las zonas autónomas de Cisjordania, donde Israel controla aproximadamente 60% del territorio.

Sin embargo, logró restablecer el orden y la seguridad, y con la ayuda de su primer ministro Salam Fayad, sentó las bases de un Estado viable, según los proveedores de fondos internacionales.

Mahmud Abas, quien junto con Yaser Arafat fundó el Fatah en 1959, fue uno de los primeros dirigentes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) que recomendaron una solución negociada, estableciendo desde 1974 contactos con personalidades de la izquierda israelí.

En los años 1980 preconizó una “paz de los bravos” con los israelíes.

Fue el principal artífice, del lado palestino, de los acuerdos de Oslo sobre la autonomía palestina de 1993.

Esto le valió la reputación de “hombre de los norteamericanos” y de interlocutor preferido de los israelíes. Un socio que no dejó de preconizar la no violencia y de rechazar la opción de una tercera intifada.

Mahmud Abas siempre condenó la “militarización” de la segunda intifada de los años 2000, afirmando que se trataba de un error táctico. En diciembre de 2002 llamó a los palestinos a volver a los medios utilizados en el primer levantamiento (1978-1993), “lanzar piedras, manifestaciones y otros medios de protesta pacíficos”.

La solicitud de adhesión plena y total de un Estado de Palestina a las Naciones Unidas “no fue concebida para aislar al Estado de Israel, sino para aislar su política de ocupación”, afirmó recientemente ante la dirección de la OLP en Ramala.

Abas fue expulsado a los 13 años de Safed, una ciudad de Alta Galilea que actualmente se encuentra en el norte de Israel. Pertenece a la generación de la “Nakba”, la “catástrofe” que designa en el mundo árabe la creación del Estado de Israel en 1948 y el posterior éxodo de los palestinos.

Mahmud Abas, que quiere pasar a la historia de la causa palestina, conoce personalmente la tragedia de los refugiados, uno de los contenciosos más difíciles con Israel, junto con el problema de las fronteras y de Jerusalén Este, que los palestinos quieren convertir en su capital.