Las nuevas generaciones de cineastas chinos han logrado con los nuevos formatos digitales abrir nuevos caminos para expresarse sorteando censura y estrecheces económicas y hacer unas películas muy personales, algunas de las cuales se exhiben en San Sebastián.

“La tecnología digital es una tecnología nueva, nos da muchas más posibilidades”, asegura el director chino Zhu Wen, cuya película “Thomas Mao/Xiao Dongxi”, es una de las 18 que se exhiben en la retrospectiva “Sombras digitales. Cine chino de última generación” del Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

“Realmente ahora hay mucha gente que está rodando en este formato que es el cine independiente en China”, reforzó su colega Liu Jiayin, que presenta en ese marco su película “Niupi er/Oxide II”, una historia de un matrimonio y su hija mientras preparan la comida, rodada en sólo nueve planos.

La directora sólo utilizó un guión escrito por ella misma y a sus padres para hacer esta película, que ha merecido entrar en la retrospectiva.

“Mis dos películas están relacionadas con mi familia, otras películas del cine independiente chino están relacionadas con temas sociales. Las mías sólo se refieren a mi familia”, añadió Jiayin.

La irrupción en el mundo de la cinematografía de las cámaras digitales, pequeñas, manejables y asequibles, ha permitido un abaratamiento de los costes, que ha abierto las puertas a jóvenes directores con ganas de hacer cine.

En la mayoría de los casos, directores como Du Haibin, Yang Lina o Peng Tao, entre otros, son también los autores de sus guiones, gente con ganas de contar historias que ahora pueden hacerlo gracias al abaratamiento de la tecnología.

“Con este formato lo puedo hacer todo. Si hace cinco o diez años hubiese querido rodar una película no habría podido, ahora sí”, asegura Jiayin, que invirtió todo el dinero que tenía en la compra de la cámara con la que rodó su film.

El formato digital también ha ayudado a estos nuevos cineastas independientes a superar las mayores censuras a que están sometidos los largometrajes convencionales en su país, aunque tampoco estén totalmente libre de ella.

Si sortean la censura, la odisea para estas producciones no ha terminado, ya que “pueden llegar a las pantallas chinas, pero es una lucha díficil”, según Isabelle Glachant, productora de la cinta “11 flowers”, de Wang Xiaoshuai, que se compite por la Concha de Oro a la mejor película en la sección oficial del certamen donostiarra.

“En la actualidad la gran mayoría de las películas que se muestran en China son producciones americanas, quizá sólo puedan mostrar sus películas en dos o tres ciudades en todo el país”, añadió Glachant.

Pero, si no pasan la censura, entonces prácticamente su única posibilidad de exhibición son los festivales internacionales.

“El apoyo real llega de festivales de cine. En China se les acusa (a esos cineastas, ndlr) precisamente de crear películas para los festivales, pero no es el caso. Son esos festivales los que tienen ansia de mostrar ese cine”, añadió Glachant, recordando que “si tienen suerte y triunfan en un festival, la película puede regresar a China como un DVD pirata”.

El hecho de estar en el festival de San Sebastián, que suele dar bastante cabida al cine asiático, “es una experiencia muy interesante para nosotros”, dijo Zhu Wen, para el que el formato digital ha permitido un gran desarrollo del cine en China.

Zhu Wen reconoce, no obstante, que el hecho de que el formato digital permita una explosión de películas, no significa que todo sea bueno: “un mal director también tienen más fácil usar esta tecnología”.

Pero, una gran importancia del formato digital es que ha permitido una mayor creatividad.

“Lo que más me gusta de esta clase de cine es que son películas que se han hecho por el amor de hacerse”, afirmó Bérénice Reynaud, comisaria de la retrospectiva, mientras que para Glachant, lo bonito de este formato es que las películas “se han realizado básicamente porque el director quiere hacerla”.