Benedicto XVI preside este viernes un Vía Crucis, momento central de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Madrid en la que medio millón de jóvenes católicos serán llamados a actuar frente a los sufrimientos, incluyendo los crímenes sexuales contra los niños.

Momento central de las JMJ, el Vía Crucis, en el paseo de Recoletos, en pleno centro de Madrid, recorrerá, a la vez que los últimos momentos de la vida de Jesucristo, los “pecados de la humanidad”.

Además hablará de los “abusos sexuales”, “crímenes contra los niños” y “pecados contra la castidad”, recordando los crímenes de curas pedófilos que han desacreditado a la Iglesia en varios países occidentales.

Los inmigrantes, las víctimas de las guerras y de persecuciones religiosas y los enfermos de sida marginados también formarán parte de las 14 estaciones del Via Crucis.

Benedicto XVI, de 84 años, dio en ocasiones señales de agotamiento debido al fuerte calor en el segundo día de su visita a Madrid.

“El Papa está bien y está muy contento del desarrollo de esta Jornada Mundial de la Juventud”, aseguró el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.

El lugar que ocupa el catolicismo y el alto coste de esta Jornada siguen estando acompañadas de polémicas e incidentes entre manifestantes antipapa y la policía.

En la Puerta del Sol de Madrid, los efectivos antidisturbios dispersaron a golpes el jueves por la noche a unos 150 manifestantes, y otra manifestación está programada este viernes.

“Estamos a favor de la libertad de expresión y también a favor del respeto y la correción. Si ha habido aspectos desagradables, éstos son marginales. No hay que considerarlos más importantes de lo que son”, declaró Lombardi al respecto.

Los organizadores aseguran que la JMJ no costará nada al contribuyente español y que la economía española ganará unos 100 millones de euros. Entre el 20 y el 30% del coste es asumido por empresas privadas y el resto por los peregrinos, calculan.

Y dan el ejemplo de un peregrino de la diócesis de Nanterre (Francia): paga 440 euros por el trayecto y la estancia de una semana, o 220 euros sin el transporte. Un fondo de solidaridad ha contribuido al viaje de 10.000 jóvenes de los países del sur.

Pero según los críticos, en plena crisis el Estado, los ayuntamientos y regiones españolas han gastado más de 100 millones de euros para acoger a estos jóvenes, muchos de los cuales llegaron la semana anterior.

Por su lado, los jóvenes católicos, en medio de catequesis, conciertos, confesiones, celebraciones y debates, fraternizan en cualquier momento y lugar a pesar del calor y el cansancio.

Sin embargo, algunos lamentan que la mayoría de las ceremonias sean en español, idioma que muchos no entienden.

El viernes por la mañana, Benedicto XVI se reunió en el palacio de la Zarzuela con la familia real española.

A continuación se dirigió al monasterio de San Lorenzo del Escorial, a unos 50 km de Madrid, donde llamó a unas 1.600 jóvenes religiosas, con sus hábitos blancos, grises o negros, a la “radicalidad” de sus compromisos en frentes humanitarios y espirituales “frente al relativismo y la mediocridad”.

Joseph Ratzinger, que tiene un pasado de profesor, pidió después a unos 1.500 jóvenes profesores universitarios que luchen para impedir que la universidad, lugar de “búsqueda de la verdad profunda”, se convierta en una simple institución “utilitaria” al servicio del “mercado”.

Benedicto XVI almorzó después con 12 jóvenes de todo el mundo y se entrevistó con el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.

El Papa presidirá el Vía Crucis, en el que varios jóvenes representantes del sufrimiento de todo el mundo –Oriente Medio, Irak, Sudán, Haití y Japón– recorrerán los 700 metros que separan las plazas de Colón y Cibeles portando la cruz de las JMJ.