La economía japonesa siguió en recesión en el segundo trimestre pero resistió mejor de lo previsto al devastador sismo del 11 de marzo, y podría repuntar en los próximos meses gracias a la rápida reacción de sus industrias y a las obras de reconstrucción del país.

Según datos gubernamentales publicados el lunes, el PIB de Japón se contrajo 0,3% en el segundo trimestre respecto al anterior, y suma tres trimestres consecutivos de decrecimiento, por la caída de la actividad debido al sismo.

Tras la publicación de las cifras y los indicadores del PIB menos dramáticas de lo previsto, la bolsa de Tokio cerró el lunes con un incremento del 1,37%, alentada por el rebote de las plazas bursátiles europeas el viernes pasado y una relativa estabilidad del yen con relación al dólar.

El retroceso, de 1,3% en comparación con el mismo trimestre del año anterior, es no obstante inferior al esperado por los economistas (-2,7% interanual).

El principal factor de la continuación de esta recesión en el segundo trimestre fue la bajada de las exportaciones en un 4,9%, seguido de las inversiones inmobiliarias privadas, que cayeron 1,9%, y el consumo, que bajó 0,1% en comparación con el trimestre anterior.

Japón entró en recesión el primer trimestre del año (de enero a marzo), debido al desastre natural que sacudió el país y que dejó más de 20.000 muertos y desaparecidos.

El terrible terremoto y el posterior tsunami devastaron fábricas e infraestructuras en la zona del noreste del país, y provocaron una caída importante en la actividad industrial en todo el país.

Como consecuencia, las exportaciones cayeron, la producción disminuyó por la destrucción de fábricas y la cadena de abastecimiento se rompió.

Los sectores clave del automóvil y la electrónica, los pilares de las exportaciones niponas, se vieron realmente afectados.

Los riesgos de la coyuntura económica europea, los sobresaltos en la recuperación de Estados Unidos y la alta cotización del yen frente al dólar y el euro han minado la demanda exterior, destacó el gobierno.

El trauma del desastre natural también llevó a los ciudadanos a adoptar medidas de contención durante varias semanas, frenando el consumo interior privado, uno de los motores del crecimiento de la economía japonesa.

Por otra parte, el accidente nuclear posterior al sismo y al tsunami en la central de Fukushima, así como el paro de una importante parte del parque de reactores, ha obligado al país a reducir el uso de la electricidad, lo que también afecta a la actividad.

Los datos publicados el lunes muestran sin embargo señales alentadoras.

El alza de las inversiones públicas en un 3%, en respuesta a la catástrofe, compensó en parte la contracción de la actividad económica.

“Durante el último trimestre, han aparecido las necesidades de los particulares siniestrados que poco a poco vuelven a equiparse”, explicó el gobierno.

“Si la actividad económica se restablece progresivamente tal y como se percibe, es posible que el crecimiento reaparezca a partir del período de julio a septiembre”, aseguró Takeshi Minami, economista en el instituto Norinchukin, cuya opinión coincide con la del ministro de Finanzas nipón, Yoshihiko Noda.

Minami avisó, sin embargo, del riesgo en la lentitud de la financiación pública para la reconstrucción de las infraestructuras, lo que afectaría a la estabilidad política.