Bosques que avanzan hacia su propia deforestación, migración del campesinado y venta de predios a empresas forestales son elementos del escenario en el que interactúan muchas familias de la Región de Los Ríos. La iniciativa binacional “Reducción de las tasas de deforestación y degradación de los bosques nativos en Chile y Argentina”, en este sentido, enfocará esfuerzos en la disminución de las emisiones de CO2 y en la mantención de la biodiversidad que afecta a la ecorregión valdiviana.

La progresiva degradación de bosques para abrir espacios a mejoras económicas ha sido una constante en la situación de los bosques nativos. Sin embargo, es posible revertir la situación.

Esta fue una de las conclusiones del panel de experiencias campesinas que dio el vamos a la iniciativa binacional en Valdivia. En la ocasión dirigentes de la Región de Los Ríos compartieron sus expectativas respecto del proyecto, relevando cuáles son las problemáticas que los afectan.

El antropólogo de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, Esteban Rivas –a cargo de la moderación- hizo hincapié en que el bosque “no es sólo un paisaje”, sino que también una histórica fuente de recursos para el desarrollo económico y social. Y que los relatos de los pequeños propietarios fueron claros al vincular la pérdida de los bosques con la búsqueda de mejoras en su calidad de vida.

También mencionó que el trabajo conjunto debería facilitar los avances de las comunidades, pero que la gente hasta ahora prefiere actuar de forma individual.

Manuel Cariman, dirigente del sector Folilco, de Máfil, dijo que “las necesidades de los campesinos no permiten conservar los árboles nativos, porque tienen que ver que sus familias puedan ser algo más en la vida. Muchos tuvimos que botar los árboles, no sabíamos que eso en el futuro nos iba a hacer falta”.

En tanto Teresa Soto, dirigenta de Futa, Corral, colocó el acento en que “la degradación ha ido evolucionando con el hombre, con los tiempos y las necesidades de las personas. El campesinado tiene derecho a tener una mejor vida”. Expresó, también, que espera que “la asistencia técnica no sea distanciada, sino más directa”.

“Me siento huérfana. Necesitamos apoyo técnico para cuidar nuestros bosques. Estamos intentando mantener los bosques, pero no contamos con recursos para pagar a profesionales. Además los tiempos de los campesinos son limitados, no podemos perder tanto tiempo”.

Jenny Soto, dirigente de Pureo, en Mariquina, por su parte, contó que uno de los mayores usos que se le ha dado al bosque es para extraer leña, la crianza de animales, y el uso del campo. Por ello, “falta más asesoría para ir renovando, se secan las plantas, necesitamos saber cuáles son las más adecuadas para el lugar”.

Deforestación y degradación atacan a grandes ecorregiones, como la chaqueña y la valdiviana, en Argentina y Chile respectivamente. Estos procesos tienen un impacto directo en la calidad de vida y los recursos que manejan muchas familias. Así fue detallado en el lanzamiento local de este plan de acción que selló una nueva alianza entre entidades públicas y privadas con la comunidad.

“El proyecto se desarrolla en áreas que abastecen con leña a Valdivia, como San José de la Mariquina y Corral, y que ejercen una gran presión sobre sus bosques nativos. Por eso esta iniciativa aportará, entre otros factores, a que este producto provenga de campos con planes de manejo”, sostiene su director, Rodrigo Pedraza, destacando que más de 100 familias serán atendidas en el marco de la ejecución 2011-2015.

“Se están degradando los bosques de forma progresiva –enfatiza Pedraza- dando pasos hacia la sustitución de áreas de bosques. Esta estrategia binacional busca, entonces, minimizar y demostrar que el manejo es rentable y sustentable ambientalmente en beneficio de la gente”.

De acuerdo al último catastro nacional la superficie de bosque nativo se ha mantenido en rangos similares desde 1997 a la fecha (13,4 a 13,5 millones de hectáreas) pero el estado de conservación en términos de estructura y composición ha cambiado. Hay una disminución de los bosques adultos y achaparrados (más antiguos) e incrementos en los de menor desarrollo (más jóvenes, menos diversos) como Renovales y los de estructura alterada como los adultos renovales. Ambos suman un alza de 10%.

¿Qué pasaría si en el mediano plazo no se hace nada al respecto para reducir las tasas de degradación? En términos generales fomentar la evasión tributaria asociada al mercado de la leña, pues un 80% es transportada a distintas ciudades sin que los involucrados cumplan con la legislación vigente.

La mayor cantidad de cuencas abastecedoras de agua también están relacionadas con el bosque nativo. Una degradada sin medidas afecta el consumo humano. Y eso en un escenario de mediano y largo plazo –al ritmo actual- no es menor. Cabe destacar, entonces, que bajo un escenario de cambio climático global el agua, en cantidad y calidad, se convierte en una de las principales funciones ecosistémicas de los bosques.

De aquí a 50 años, de seguir como estamos, la mayor parte de los bosques nativos serían renovales y aquellos de mayor valor de conservación (más antiguos) se concentrarían en zonas inaccesibles. Ello implicaría, por ejemplo, una pérdida genética irreversible en la flora y la fauna chilenas. También problemas con el suministro de agua para consumo humano.