La concesión de asilo y refugio político es una tradición enraizada en Brasil, que en su historia ya acogió a numerosos políticos europeos y latinoamericanos, ex guerrilleros y más recientemente hasta deportistas y músicos cubanos.

Unas 4.000 personas tienen estatuto de refugiado en Brasil, concedido habitualmente por el Comité Nacional para los Refugiados (Conare).

El último caso fue el del ex militante de extrema izquierda italiano Césare Battisti, cuya permanencia en Brasil fue reafirmada este miércoles por el Supremo Tribunal Federal (STF) brasileño, negando la extradición solicitada por Italia y concediéndole la libertad.

La Constitución brasileña encomienda la concesión de asilo e impide la extradición de extranjeros por delitos políticos o de opinión. Históricamente, Brasil acogió a políticos y refugiados sin distinción de ideología, incluyendo ex dictadores.

Antes de Battisti, el más polémico caso en la última década fue el del colombiano Francisco Antonio Cadena Collazos, conocido como el “Cura Camilo”, considerado el contacto de la guerrilla de las FARC en Brasil y acusado en su país de supuesto homicidio y secuestro. Cadena recibió refugio en 2006.

Otros casos recientes fueron los de los atletas cubanos Rafael Costa Capote (balonmano) y Michel Fernández García (ciclista), que obtuvieron refugio tras abandonar los Juegos Panamericanos de Riio de Janeiro, en 2007, y el de tres músicos del mismo país que abandonaron su gira brasileña en 2008.

Asilados reconocidos en Brasil fueron también el ex dictador paraguayo Alfredo Stroessner, fallecido en 2006, que pasó en territorio brasileño los últimos 17 años de su vida, y el ex líder opositor y el ex presidente del mismo país, Lino Oviedo y Raúl Cubas, respectivamente, quienes ya retornaron.

En la lista también figuran, el portugués Marcelo Caetano, que sucedió a Antonio Salazar en el gobierno de Portugal (1968-74) y el ex premier francés George Bidault, que pasó cuatro años en Brasil desde 1962.

Brasil también acogió a otros ex activistas italianos de los años 70, como es el caso de Pietro Mancini, refugiado en Brasil desde final de esa década.