Imagen | Roman Pavlyuk en Flickr

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Los españoles se despertarán el domingo sin poder hacer lo que muchos consideran un derecho inalienable, fumarse un cigarrillo mientras toman algo en un bar, tras la entrada en vigor de una nueva ley que prohíbe totalmente fumar en espacios públicos cerrados.

El 2 de enero, una de las leyes antitabaco menos restrictivas de Europa se convertirá en una de las más estrictas, junto con la de Irlanda.

Los fumadores españoles ya no podrán encender un cigarro en bares, restaurantes y cafeterías tras la nueva ley, que prohíbe fumar en todos los lugares públicos cerrados.

Tampoco se podrá fumar en los alrededores de los hospitales y de los colegios ni en los parques infantiles.

La nueva legislación sustituye a la de 2006, que ya prohibía fumar en lugares públicos cerrados, pero que permitía a bares y restaurantes de pequeño tamaño elegir si se declaraban fumadores o no fumadores, y a los más grandes les obligaba a habilitar zonas para ambas opciones.

La nueva medida entra en vigor casi siete años después de que Irlanda se convirtiera en el primer país de Europa en prohibir fumar en espacios públicos, lo que provocó una cascada de leyes similares en casi todos los países del continente.

Pero a la nueva ley se oponen muchos profesionales de la hostelería españoles.

El gobierno ha “aprobado la prohibición total (…) sin atender las cifras que les ofrecíamos” y “sin querer hacer un estudio objetivo y riguroso”, declaró José Luis Guerra, vicepresidente de la Federación Española de Hostelería y Restauración (FEHR).

Guerra estima que la prohibición podría hacer bajar las ventas en restaurantes un 5%, un 10% en bares y un 15% en discotecas, en un momento en que el país lucha por salir de la crisis.

“La crisis económica nos viene golpeando muy fuertemente desde abril de 2008″ y “los bares y restaurantes españoles llevamos sufriendo más de 31 meses seguidos de caída de facturación”, apuntó.

Su asociación propuso un sistema similar al de Francia, donde existen zonas separadas con ventiladores.

El británico Dominic Brisby, presidente de la compañía tabacalera Altadis, perteneciente a Imperial Tobacco, la considera “una de las leyes antitabaco más radicales del mundo”.

“Es más extrema aún que la irlandesa, porque allí se puede fumar al aire libre y aquí se prohíbe en algunas situaciones”, declaró al diario El País.

“Trata de hacer que los ciudadanos que fuman en los bares sean ciudadanos de segunda clase, y fracasará porque va a causar un enorme daño económico, tanto a la gente que fuma como a la que no”, dijo.

Ignacio, militar de 42 años y fumador, considera la ley “un atraso, sobre todo teniendo en cuenta el tipo de vida que tenemos en España”, explica mientras enciende un cigarrillo en un bar del centro de Madrid.

La ministra de Sanidad, Leire Pajín cree que la ley es “un paso decisivo a favor de la salud pública” del país e incluso considera que podría beneficiar al sector de bares y restaurantes porque animará a no fumadores, sobre todo con familias, a salir más.

Pero reconoció que “va a exigir cambios” que llevarán “cierto tiempo” porque “los hábitos no se cambian en un día”.

Algunas voces en la industria están de acuerdo: “Vamos a tener problemas económicos, efectivamente”, declaró Alfonso Castro, dueño del restaurante El Borbollón, en el centro de Madrid.

“Pero en algunos meses la gente se acostumbrará”, como en Italia, Alemania y el Reino Unido”, espera Castro, que no fuma, y apunta que 28 años trabajando en un ambiente con humo le han dejado problemas de circulación.

Mario Flores, el gerente del restaurante Monte Nevado de Chueca, una de las céntricas zonas de “marcha” de Madrid, coincide en que los locales pequeños como el suyo no sufrirán, ya que los clientes se acostumbrarán a la nueva ley, aunque será más difícil en las discotecas.