La situación de Costa de Marfil continuaba el miércoles bloqueada por la pugna entre Laurent Gbagbo, quien reiteró que sigue siendo presidente, y Alassane Quattara, quien reivindica la victoria electoral y denuncia un “ardid” en el diálogo propuesto por el hombre que gobierna el país desde hace una década.

A pesar de que la crisis, que dura ya casi un mes, ha dejado cerca de 50 muertos, según la ONU, en vísperas de Navidad las calles de Abiyán estaban atiborradas de gente y los atascos de vehículos ahogaban la capital económica marfileña.

El martes en la noche, el ejército leal a Gbagbo había suspendido el toque de queda vigente desde la víspera de la controvertida elección presidencial del 28 de noviembre, como signo de distensión antes de las fiestas de fin de año.

Sin embargo, como una prueba de que la tensión sigue siendo importante, Francia, la ex potencia colonial, recomendó a sus 15.000 ciudadanos que abandonen “provisionalmente” Costa de Marfil.

Desde el comienzo de su primer discurso a la Nación, tras su investidura el 4 de diciembre, Laurent Gbagbo no dejó dudas sobre el hecho de que no piensa renunciar: “Yo soy el presidente de Costa de Marfil”.

Pese a que su elección es rechazada por su rival y por la comunidad internacional, Gbagbo propuso la instalación de un “comité de evaluación” para una “solución pacífica” a la crisis.

Este comité que debería “analizar objetivamente los hechos y el proceso electoral” sería dirigido por un africano, pero compuesto de representantes de la comunidad internacional, incluso de la Unión Europea y de Estados Unidos, que le impusieron sanciones a él y a su entorno.

El campo de Quattara rechazó esta oferta, acusando a Gbagbo de “actuar con ardides frente al mundo” y de “desafiarlo”.

“Lo que debe hacer Laurent Gbagbo es reconocer el veredicto de la urnas y partir”, destacó la portavoz Anne Ouloto.

“Gbagbo trata de recuperar la iniciativa…sin ceder en nada”, comentaba el diario privado L’Intelligent d’Abidjan. Con su “comité de evaluación”, Gbagbo “quiere ganar tiempo y engatusar a la CEDEAO (Comunidad económica de Estados de Africa occidental) que se reúne dentro de 48 horas”, estimaba Le Patriote, partidario de Quattara.

La Comunidad económica de Estados de Africa occidental, que a comienzos de diciembre suspendió a Costa de Marfil, se reúne de nuevo en una cumbre extraordinaria el viernes en Abuja para abordar la situación en el país.

Por cierto, Laurent Gbagbo “ofreció la mano” a su rival, considerándolo como su opositor y nada más. Lo exhortó a él y a su primer ministro Guaillaume Soro, jefe de la ex rebelión de las Fuerzas Nuevas que controla el norte desde 2002, abandonar el Hotel del Golf de Abiyán, que les sirve de cuartel general para “volver a sus domicilios”.

Desde hace varios días, este hotel de lujo, protegido por los Cascos azules de la misión de la ONU en Costa de Marfil (ONUCI) y por los ex rebeldes está sometido al bloqueo de las fuerzas fieles a Gbagbo.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha dado a conocer su inquietud. “Este bloqueo del abastecimiento de la misión y del hotel del Golf va a colocar a nuestros Cascos Azules en una situación crítica en los próximos días”, advirtió, y lanzó un llamamiento pidiendo ayuda.

Pero Laurent Gbagbo reiteró que, por la “vía diplomática”, contaba obtener la salida de la ONUCI y de los soldados franceses de la operación Licorne, acusados de haber tomado partido por Quattara y de apoyar militarmente a las FN.