La cámara baja del parlamento paquistaní aprobó el jueves una reforma para restablecer el régimen parlamentario imperante antes de los últimos golpes militares y que transferirá los poderes esenciales del presidente Asif Ali Zardari al primer ministro.

Imagen: topnews.in

La Asamblea nacional aprobó por 292 votos, sobre un total de 342 diputados, este proyecto de enmienda de la Constitución, presentado por el gobierno y apoyado por el propio Zardari.

Nadie votó en contra. Los demás parlamentarios se abstuvieron o estaban ausentes.

El Senado votará la enmienda la próxima semana para que tenga fuerza de ley constitucional, lo que debe ser una mera formalidad.

El texto suprime una anterior enmienda constitucional, mediante la cual el general golpista Pervez Musharraf había reforzado sus poderes en 2003, y restablece el régimen parlamentario instaurado en 1973.

En la constitución de 1973 el ejecutivo estaba en manos del primer ministro que era responsable ante los diputados, mientras que el jefe de Estado tenía un rol honorífico.

En 1977, inmediatamente después del golpe de estado que lo llevó al poder, el general Zia ul-Haq había suprimido en una primera ocasión la constitución de 1973.

Pervez Musharraf -tras haber corroborado su golpe de 1999 al hacerse elegir presidente-, había hecho votar la enmienda que le otorgaba, entre otros, el poder de disolver la Asamblea y de destituir al gobierno.

Musharraf fue obligado a dimitir el 18 de agosto de 2008.

La actual enmienda presentada por el primer ministro Yusuf Raza Gilani restaurará el sistema parlamentario y permitirá que el jefe de gobierno recupere el poder real del ejecutivo.

Con ello, se priva al jefe de Estado del poder de disolver la Asamblea, destituir al gobierno y de nombrar cargos relevantes, en particular al jefe del Estado Mayor del ejército, función determinante en Pakistán.

En efecto, desde su independencia, Pakistan sufrió cuatro golpes de estado, perpetrados siempre por el jefe de Estado Mayor, y ha vivido más de la mitad de sus 63 años de existencia bajo la férula de sus generales.

Lo que está en juego es, en efecto, determinante ya que la República Islámica de Pakistán es la única potencia nuclear del mundo musulmán y un aliado clave de Estados Unidos en su “guerra contra el terrorismo”.

Sus zonas tribales del noroeste, fronterizas con Afganistán y feudo de los talibanes paquistaníes, son el santuario de Al Qaida y la base de retaguardia de los talibanes afganos.

El país paga además un serio tributo a esta alianza con Washington ya que los talibanes aliados a Al Qaida son responsables de una ola de más de 360 atentados — en su mayoría suicidas — que causaron la muerte de más de 3.200 personas en tres años.

El presidente Zardari, viudo de Benazir Bhutto –dos veces primera ministro en los 1990 y asesinada en 2007 en un atentado suicida–, apoya esta enmienda porque, según sus detractores, se contentará con un rol honorífico que le permita conservar su inmunidad ante la justicia.

Zardari es considerado por gran parte de la opinión pública como un símbolo de la corrupción, y los medios siguen llamándolo “Mr 10%” por las comisiones que habría cobrado en los mercados públicos cuando era ministro de su esposa.