Una bala perdida de uno de los muchos disparos que se lanzaron al aire la medianoche de Año Nuevo impactó en la cabeza de un niño de 4 años que rezaba en una iglesia junto a su madre, dijo la policía del condado de DeKalb, Georgia (sureste), que está investigando lo ocurrido.

Sin que su madre pudiera entender qué le ocurría, el pequeño Marquel Peters se desvaneció en los primeros minutos del 1 de enero cuando una bala disparada al aire desde varios kilómetros de distancia y como parte de los festejos del inicio de 2010, ingresó por el techo de la iglesia y cayó sobre él.

“Aún estamos investigando y será difícil saber cómo ocurrió”, dijo a la AFP el agente Jason Gagnon, encargado de información pública de la policía de DeKalb. “Hubo muchísima gente disparando revólveres la noche de Año Nuevo”, agregó.

El tío del niño, Garry Peters, dijo a medios locales que la gente “no puede salir y empezar a disparar” por el Año Nuevo.

“¿Qué están celebrando? Están matando personas”, se lamentó.

En varias ciudades de Estados Unidos la policía exhortó a poner fin a estas prácticas que generan incidentes trágicos cada fin de año.

En Miami, el inicio de 2010 tampoco fue el mejor para una familia de turistas italianos que cenaba en un restaurante, cuando a medianoche uno de sus hijos, de 6 años, recibió en el pecho el impacto de un disparo lanzado al aire para celebrar el nuevo año.

El niño fue atendido en un hospital de la zona y se recuperó.