El pasado fin de semana estuvo marcado por la Fecha FIFA que interrumpió las principales competencias de fútbol a nivel internacional. Y mientras selecciones como la de Chile enfrentaban duelos amistosos, los combinados europeos disputaban una nueva jornada de clasificatorias a la Euro 2020.

El principal certamen de naciones del ‘viejo continente’ ya tiene a seis equipos clasificados y 17 eliminados, mientras otro grupo de selecciones buscará su cupo en la próxima fecha de noviembre, entre ellos, Inglaterra.

Los ingleses, sin embargo, fueron protagonistas para mal de la pasada jornada durante su visita a Bulgaria. El equipo de los ‘Tres Leones’ venció por 6-0, pero lo hizo lejos de toda comodidad.

Hinchas búlgaros entonaron cánticos racistas e hicieron ruidos de mono hacia los jugadores negros de Inglaterra, como Tyrone Mings, Raheem Sterling o Marcus Rashford. Incluso, el duelo se detuvo en dos ocasiones y el juez del partido estuvo a punto de suspender el encuentro.

El estadio Vasil Levski de Sofía no estaba lleno. Una tribuna del reducto no estaba habilitada para el partido, precisamente por gritos racistas en los duelos de junio pasado, ante Kosovo y República Checa. Aún así los ultras locales, de ideología neonazi, se las arreglaron para fastidiar a los jugadores visitantes.

“Sabemos que los gritos racistas son una situación inaceptable. Creo que enviamos dos mensajes al ganar el partido, pero también al atraer la atención de todos sobre esta situación”, afirmó Gareth Southgate, seleccionador inglés.

Mientras, muchos jugadores locales y su seleccionador, Krasimir Balakov, aseguraron no haber escuchado nada. El técnico, incluso, culpó a los seguidores ingleses. “Durante la segunda parte usaron palabras hacia nuestros aficionados que encuentro inaceptables”, aseveró tras el partido.

Nikolay Doychinov | Agence France-Presse
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Incidente racista generó rechazo transversal

El rechazo a la actitud de los hinchas búlgaros ha sido transversal. Autoridades deportivas y políticas, federaciones e incluso la FIFA han manifestado su repudio a lo sucedido el pasado lunes 14 de octubre.

“Podemos confirmar que varios jugadores ingleses fueron objeto de abominables cánticos racistas durante el partido clasificatorio para la Eurocopa 2020 ante Bulgaria. Es inaceptable en cualquier nivel de la competición”, aseguró la Asociación de Fútbol de Inglaterra.

“El racismo y la discriminación deben desaparecer del fútbol de una vez por todas. El racismo infame que vimos y oímos fue vil y no tiene cabida en el fútbol ni en ningún otro lugar”, recalcó Boris Johnson, primer ministro británico.

La FIFA, en tanto, clamó por colaboración para detener de una vez por todas estos episodios que cada cierto tiempo ensucian el fútbol a nivel global.

“Esperamos ser informados lo antes posible sobre las decisiones relevantes de los organismos disciplinarios de la UEFA en relación con este caso en particular. Esto permitiría que las sanciones impuestas se extiendan a todo el mundo”, pidió el ente rector del fútbol mundial.

“Necesitaremos el apoyo de las autoridades públicas para ayudarnos a identificar y castigar a los culpables, pero probablemente también necesitemos pensar más ampliamente sobre lo que podemos hacer para solucionar esto”, complementó Gianni Infantino, mandamás de la FIFA.

Fabrice Cofrini | Agence France-Presse
Fabrice Cofrini | Agence France-Presse

“Una enfermedad que empeora”

El propio Infantino es un conocedor de la lucha contra el racismo en Europa. Como secretario general de la UEFA implementó varias campañas para erradicarlo de los estadios pero, como él mismo lo ha reconocido, se trata de una ‘enfermedad’ que parece no tener cura.

“En 2009, cuando estaba dirigiendo la UEFA e hicimos las regulaciones aún más estrictas unos años más tarde, no podríamos haber imaginado que tan poco tiempo después tendríamos que pensar nuevamente en cómo combatir esta desagradable enfermedad que parece empeorar en algunas partes del mundo”, sostuvo el rector de la FIFA.

Y es que, sin ir más lejos, solo en el segundo semestre de este año han sido varios los escándalos de racismo que han sacudido al fútbol europeo.

En agosto, una semana luego de fichar por el Zenit de San Petersburgo ruso, el brasileño Malcom fue abucheado por la parcialidad más radical de su nuevo club, el que ya piensa en venderlo por solicitud del propio jugador.

“No se trata de racismo, sino que ‘es sólo una tradición’”, aseguraron seguidores del elenco ruso, reconocidos por rechazar los fichajes de jugadores de raza negra.

En septiembre, la nueva víctima del racismo fue Romelu Lukaku. El delantero belga, compañero de Alexis Sánchez en el Inter de Milán, también fue insultado por fanáticos de su club, quienes realizaban ruidos de mono cada vez que él tocaba el balón.

Días después, Luciano Passirani, comentarista deportivo de la televisión peninsular, aseguró que “si Lukaku te encara en el uno a uno estás muerto, te caes al piso. La única forma de darle pelea es ofrecerle 10 bananas para que coma”. El hombre fue expulsado en vivo y el director del canal apareció para pedir disculpas públicas.

Marco Bertorello | Agence France-Presse
Marco Bertorello | Agence France-Presse

Extremando medidas y consecuencias

Tras el reciente escándalo en Bulgaria, en el país balcánico no se quedaron de brazos cruzados. El primer ministro, Boiko Borissov, pidió la “dimisión inmediata” de Borislav Mihaylov, mandamás de su Federación de Fútbol. Horas después, el directivo presentó su renuncia.

“Es inadmisible que Bulgaria, uno de los países más tolerantes, esté asociado al racismo y a la xenofobia, cuando personas de etnias y religiones diferentes viven aquí en paz”, aseguró el jefe de gobierno.

Mientras, la policía búlgara también ha cumplido. Seis aficionados fueron detenidos tras los insultos racistas contra jugadores ingleses y otros tres se mantienen prófugos.

Las cámaras de vigilancia del estadio Vasil Levski permitieron identificarlos y, ahora, la FIFA abogará por un castigo perpetuo para los implicados.

El mundo del fútbol se cansó de estos hechos, pero la FIFA tendrá que extremar recursos para erradicarlos de raíz.

Nikolay Doychinov | Agence France-Presse
Nikolay Doychinov | Agence France-Presse