Es un juicio mediático en toda la extensión de la palabra. Inició ayer y, dada la gravedad de los hechos, demanda la atención francesa y la del resto del mundo.

Se trata de una recapitulación necesaria, pero también dolorosa, de un infame suceso en la parroquia Sainte-Foy de Lyon, hace casi 30 años.

Entre 1971 y 1991 el párroco Bernard Preynat abusó de decenas de boy scouts, de los que era guía.

Se estima que el historial del exsacerdote abarca a 80 víctimas, aunque penal y civilmente 35 se han querellado contra el pedófilo confeso.

El primero en revelar la situación fue Alexandre Hezez. Lo hizo siendo ya adulto cuando supo que Preynat aún estaba a cargo de otra parroquia y en contacto con otros niños, según cita el periódico francés Le Monde.

Envió en 2015 una carta al papa Francisco y desde entonces el nombre del cura francés ha sido escrito en numerosos titulares internacionales, como ayer, fecha del inicio del juicio por el delito de agresión sexual contra el hombre que se encontró cara a cara con sus víctimas, tras dejar su cargo en julio de 2019.

PHILIPPE DESMAZES / AFP
PHILIPPE DESMAZES / AFP

Las escalofriantes confesiones de Preynat

El foco de Francia ha estado puesto en las últimas horas, no en la huelga que ya sobrepasa 40 días en ese territorio, debido a los ciudadanos inconformes con la reforma de pensiones de Macrón.

Esta vez, la atención se la llevó el inicio del juicio contra Bernard Preynat. El hombre de 74 años debe responder por sus abusos sexuales a los niños Boy Scouts que tenía a su cargo, de padres ciegos en la fe de sus acciones, quienes le confiaban incluso salidas fuera de Francia, sin imaginar lo que hacía con sus hijos.

Las atrocidades que él mismo considera que no se dio cuenta de haber cometido, salieron de su misma boca.

Dijo que abusaba de “cuatro a cinco niños” por semana. La magistrada a cargo del proceso, respondió de inmediato: “Eso significa casi un niño cada día”.

El acusado dijo que no se daba “cuenta de la gravedad” hasta que fue denunciado y tomó conciencia de los hechos.

“En la época, a mi entender, no estaba cometiendo agresiones sexuales, sino que eran caricias, cariños”, decía Preynat en el estrado, frente a por lo menos 10 de sus víctimas que escuchaban al hombre que los vulneró por tanto tiempo, amparado en el silencio de la inocencia.

JEAN-PHILIPPE KSIAZEK / AFP
JEAN-PHILIPPE KSIAZEK / AFP

No solo ellos callaron. También, por razones muy distintas, lo hizo la iglesia católica local que se enteró de los sucesos en la década de los noventa. El encargado del arzobispado, en ese entonces, era Albert Decourtray y con la confesión de Preynat, únicamente decidió trasladarlo a otra sede.

“Yo sabía que estos gestos estaban prohibidos, que eran caricias que nunca debería haber hecho. Eran a escondidas”. Preynat se refiere a lo que sus víctimas han detallado desde que iniciaron las denuncias: besos en la boca, tocamientos en genitales y otras situaciones que cambiaron sus vidas. “Y sí, es verdad, me aportaban placer sexual”, admitía el septuagenario.

De víctima a victimario

La historia de Preynat es más amplia de lo que parece. Se habla de un joven que comenzó a abusar de menores cuando tenía entre 16 y 17 años, estando en un seminario.

Lo ha confesado él como parte de la trama a la que se agrega otro dato importante: el exclérigo fue abusado sexualmente siendo un niño.

¿Como ha conseguido ordenarse como sacerdote, después de ser acusado? El instalado, desde ese entonces, silencio cómplice de la iglesia.

Lo enviaron a una terapia psiquiátrica entre 1967 y 1968. Sus superiores de esa época eran, en gran parte, responsables de las víctimas que vendrían en el futuro. Debido a su decisión en 1971, Preynat ya vestía una sotana.

El ahora acusado, confesó que dejó de abusar de menores en una parte del sacerdocio, pero reincidió en el delito.

PHILIPPE DESMAZES / AFP
PHILIPPE DESMAZES / AFP

Si bien los responsables en la década de los sesenta no alcanzaron a ser juzgados por su negligencia y más, el año pasado otra autoridad religiosa fue encontrada culpable de encubrimiento, pero sin ser encarcelada.

Se trata de Philippe Barbarin, cardenal que estuvo a cargo del arzobispado de Lyon, acusado de encubrir a Preynat durante varios años, pese a que conocía los testimonios de algunas víctimas.

“Un error de apreciación, de reacción, puede. Pero encubrir, hacer como si no supiera lo que sabía, jamás, jamás, jamás (…) no veo de qué soy culpable”, decía Barbarín en pleno juicio en marzo de 2019. El próximo 30 de enero apelará a la sentencia, pese a que no fue a prisión, porque no acepta el delito de encubrimiento.

Un juicio breve, pero significativo

Hoy, inicia el segundo de cuatro días de juicio contra Bernard Preynat. Las víctimas y sus familiares quieren verlo en prisión por los abusos cometidos.

El excura arriesga 10 años de cárcel pero se trata de un castigo casi simbólico, si se toma en cuenta que Preynat venía vulnerando a niños desde que estaba en el seminario.

Ayer, cada spotlight de las cámaras de prensa apuntaban a su figura. Era su propia versión de la película que en 2015 remembraba el caso de pederastia en la iglesia católica de Boston. Fue estrenada el mismo año en que Alexandre Hezez decidió llevar también a la luz pública al abusador con sotana de Lyon.

PHILIPPE DESMAZES / AFP
PHILIPPE DESMAZES / AFP

El proceso lleva ya 5 años y está por resolverse en medio del dolor de las familias afectadas por la agresión de la que el mismo exreligioso se ha declarado culpable de forma anticipada.

Hasta su abogado, Frédéric Doyez, sabe que todo está perdido y se queja de la lentitud del proceso.

“Son hechos que debieron ser juzgados hace 30 años, vamos a saber por qué no se llamó a la puerta de un tribunal en lugar de llamar a la puerta de un obispado. Vamos a saber por qué en la época se consideró normal que no hubiera una respuesta penal”, declaraba a la prensa el hombre que pasa por alto el miedo de una tropa scout, vulnerada. Marcada de por vida, por haber confiado en su “guía” espiritual y depredador de la fe.

Le Parisien / Alexandre Hezez
Le Parisien / Alexandre Hezez