Ocho de cada 10 personas en Chile es sedentaria. El problema es que la inactividad física no sólo produce aumento de peso o problemas en las articulaciones, sino también que está asociado a la aparición de múltiples enfermedades.

De acuerdo a estudios internacionales, al menos 26 patologías están directamente relacionadas a la falta de actividad física como: depresión, demencia, parkinson, obesidad, hipertensión, diabetes, síndrome del ovario poliquístico, accidente cerebro vascular, insuficiencia cardiaca, asma y fibrosis quística, por nombrar algunas de ellas.

Bajo esta realidad, expertos del área de kinesiología proponen incorporar el ejercicio como tratamiento de estas enfermedades, pero también de manera preventiva en la etapa escolar y en los controles de salud de niños, adolescentes y adultos mayores. Así lo plantearon en el Coloquio: Ejercicio, nuevo medicamento para enfermedades crónicas, organizado por la carrera de Kinesiología y el Instituto de Políticas Públicas en Salud (IPSUSS) de la Universidad San Sebastián.

En la oportunidad, la académica de la U. de la Frontera, Andrea Cortínez, señaló que “está súper demostrado que la actividad física afecta la incidencia de las enfermedades crónicas y eso todavía no lo estamos visualizando como sociedad. La actividad física como un derecho social, al que todas las personas pudiesen acceder, como tener 150 minutos semanales de actividad física”.

Agregó que el sistema de salud “tampoco se hace cargo suficientemente de este problema. Personas que ya tienen enfermedades y son enfermas, necesitan hacer ejercicio bajo una prescripción particular y ahí el Estado tampoco lo está tomando suficientemente serio”.

Unsplash | Pexels
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Para la investigadora, la autoridad lo que tiene que hacer es mirar en perspectiva qué es lo mejor: “prevenir o pagar las enfermedades asociadas a falta de actividad física. Estudios de costo-beneficios pueden ser una posibilidad (…) falta que el gobierno se ponga las pilas, pero acá hay intereses que tienen que ver con que ¿a quién le conviene que haya gente enferma?”, afirmó.

Por su parte, el presidente de la Sociedad Chilena de Kinesiología en Cardiología y Cirugía Cardiovascular, Javier Barrenechea, indicó que el ejercicio es una medida costo-efectiva. “Darse cuenta que tener una sala de rehabilitación en atención primaria puede ser más barato que tratar a un paciente que se le diagnosticó un infarto al miocardio, donde el costo de su tratamiento puede llegar a $7 millones aproximadamente”, agregó.

El experto dijo que hay que hacer un mejor aprovechamiento de las redes disponibles en los servicios de salud. “Si hay un médico que está a cargo de una sala ERA en un Cesfam, donde también hay un kinesiólogo y enfermera, el paciente no debe asistir sólo a esos controles, sino que pase por un flujo que lo lleve a que cierta hora del día, tantas veces a la semana venga a realizar ejercicio, sin que haya tenido un problema previamente, como método de prevención”, añadió Barrenechea.

Reinaldo Barría, secretario general del Colegio de Kinesiólogos, en tanto, criticó que las políticas públicas sean tan sectorizadas. “Hablemos del Programa Chile Crece Contigo, hay multiplicidad de profesiones pero no está el kinesiólogo que debiera ser fundamental (…) a nosotros como colegio nos parece que se debe implementar un programa específico, donde esté el kinesiólogo, junto al nutricionista para combatir la epidemia del XXI: obesidad y enfermedades no transmisibles”.

El director de la carrera de kinesiología de la U. San Sebastián, Cristián Contador, señaló que la política pública del Estado debe partir desde la primera infancia, para que haya una adherencia efectiva al ejercicio. Y debe incorporar al kinesiólogo en esa intervención para que pueda prescribir el ejercicio como el médico recomienda los medicamentos.

“Por ejemplo, en los Cesfam puedan trabajar con las mujeres embarazadas con sobrepeso, con una carga de ejercicio adecuada para disminuir la ganancia de peso en el recién nacido; trabajar con el diabético, hipertenso o enfermo cardiovascular. En los colegios, los kinesiólogos y los nutricionistas se podrían hacer cargo del 20% de obesidad infantil. Sumar las plazas activas con kinesiólogos que las enseñen a ocuparlas o que las universidades generen investigación costo-beneficio de estas intervenciones”, dijo.