El futuro presidente de Estados Unidos y multimillonario empresario Donald Trump declaró el martes al diario The New York Times que su presidencia no se verá afectada por conflictos de interés, manteniéndose sin embargo evasivo sobre las medidas concretas que planea poner en práctica.

Las dos caras, de presidente electo y de magnate de un imperio inmobiliario, plantean desde la elección de Trump el 8 de noviembre el punto crucial de eventuales conflictos de interés que acechan al millonario populista.

“En teoría, podría perfectamente administrar mis negocios y al mismo tiempo dirigir perfectamente el país”, afirmó.

“Yo habría pensado que sería necesario establecer algún tipo de trust o algo por el estilo, pero no”, agregó el presidente de la Trump Organization, empresa que corona sus actividades.

“Yo querría hacer algo” para separar claramente estas dos actividades, indicó simplemente, reconociendo que su posición es inédita, pero dejando claro que la legislación no lo obliga a hacerlo.

En efecto, sobre ese punto Trump se beneficia de una reglamentación muy flexible. En Estados Unidos, el presidente y el vicepresidente pueden combinar sus funciones con actividades económicas.

La constitución prohíbe ciertamente que los dirigentes políticos reciban la menor “contribución” de una potencia extranjera, pero esta disposición no impide en absoluto hacer negocios con socios privados extranjeros.

Hablando siempre “en teoría”, Trump explicó el martes que podría continuar firmando cheques por cuenta de sus empresas, pero que pondrá “fin progresivamente” a ello, sugiriendo que dejará a sus tres hijos, que ya ocupan las funciones de vicepresidentes de la Trump Organization, la administración de sus negocios.

Estos funcionan mejor que nunca luego de su elección al máximo cargo del país, admitió al NYT.

El Trump Hotel, su nuevo palacio en Washington, es un “bien que tiene más valor” ahora “que el que tenía antes”, pues la marca Trump, se ufanó, es más “sexy” que nunca.