La dilatada carrera de Hillary Clinton en temas de Estado no fue suficiente para que venciera al magnate inmobiliario Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos.

Durante la presidencia de Bill Clinton, la primera dama, más que organizar banquetes y ser una acompañante del jefe de Estado, asumió una posición de mayor poder político en la Casa Blanca encabezando reuniones de estrategia de gobierno, según consigna BBC.

Los círculos más conservadores estadounidenses han visto siempre con recelo al matrimonio Clinton, llegando a ser detestado por la derecha. Algunos sectores le acusan de la extrema polarización en la que se ve sumida el país al decidir entre la exsecretaria de Estado y el gurú de los negocios.

Pero, ¿Qué tienen los Clinton?

Para muchos republicanos, el célebre matrimonio es la mejor representación política de lo que consideran que está mal en su nación.

La pareja simboliza esa “decadencia moral” que la derecha encuentra insultante por estar influenciada en la generación de los hippies, el hedonismo y la liberación sexual de la década de 1960. Marcando un cambio cultural que los conservadores acusan de haber manchado el honor de la institución presidencial.

Las polémicas fueron frecuentes durante la gestión del presidente 42º de Estados Unidos porque sus críticos consideraban que no seguían las reglas.

Antes de alcanzar el poder, enfrentaron una investigación judicial por el caso de Whitewater, un fallido negocio urbanístico.

Ya en la Casa Blanca, Bill Clinton, fue el primer mandatario en reconocer haber fumado mariguana en su juventud y protagonizó un escandaloso episodio sexual con la pasante Mónica Lewinsky, que encontró su peor momento cuando mandatario niega la existencia del romance, lo que provocó que fuera procesado por la Cámara de Representantes.

Por lo anterior, fue citado a juicio por falso testimonio y obstrucción a la justicia. Siendo absuelto, posteriormente, por el Senado de mayoría demócrata.

Por su parte, la exprimera dama estuvo al frente de la justicia al ser investigada por el FBI por el uso de un servidor privado de correo estando al frente del Departamento de Estado, lo que pudo haber puesto en peligro la seguridad nacional.

Además, otro caso que levantó sospecha de la candidata presidencial, son los presuntos conflictos de interés que derivaban en millonarias donaciones extranjeras a la Fundación Clinton, cuando era secretaria de Estado, además de ser duramente criticada, tanto dentro de su partido como fuera de el, por recibir gruesas sumas de dinero a por audiencias en Wall Street.

En una encuesta realizada por la firma Morning Consult, concluyó en mayo pasado que el 82% de los opositores de la candidata demócrata la describen como “corrupta”.

Recientemente, en uno de los debates, la candidata comentó: “que bueno que alguien con el temperamento de Donald Trump no esté a cargo de la ley en nuestro país”, a lo que el presidente electo respondió de manera instantánea “porque estarías en la cárcel”.

En contra posición, con cerca de 30 años en el ojo de la opinión pública, los Clinton se han ganado la admiración de millones de estadounidenses y personas al rededor del mundo. Algunos contrastan la paz y prosperidad que había en la potencia mundial durante el gobierno del expresidente entre 1992 y 2000 con la división y crisis actual.