En numerosas ocasiones, la actriz Frances McDormand (60) ha acudido a alfombras rojas y premiaciones con la cara completamente lavada, es decir, sin alguna gota de maquillaje.

Sin ir más lejos, el pasado 7 de enero cuando subió a recibir el Globo de Oro a Mejor Actriz – Drama por su interpretación en “Tres anuncios en las afueras”, lucía de la misma forma.

Pero McDormand siempre se ha caracterizado por demostrar lo poco que le importa encajar en la supuesta norma no escrita, pero asumida culturalmente, sobre el aspecto femenino en las galas de premios.

Muchas veces ha criticado el esfuerzo de las féminas por verse más jóvenes o por resistirse a vestirse acorde a su edad. De hecho, en una entrevista que concedió a The New York Times en 2014, afirmó:

“Nadie quiere hacerse mayor. La madurez no es un objetivo. No se percibe como un regalo. Algo ha pasado culturalmente: se supone que nadie debe envejecer a partir de los 45 –ya sea en talla, en la cosmética o en la actitud–. Todo el mundo se viste como un adolescente. Todo el mundo se tiñe el pelo. Todos parecen obsesionados con un rostro sin arrugas”.

En otra ocasión, afirmó que quiere ser un modelo a seguir no sólo para hombres y mujeres más jóvenes, y no sólo de su profesión. “No hablo de mi trabajo. Creo que los arreglos cosméticos de mi profesión son sólo un riesgo laboral. lo digo en un sentido más cultural”, expresó.

y enfatizó en que “Estoy muy interesada en empezar una conversación sobre envejecer con dignidad. Creo que el edadismo es una enfermedad cultural, no personal”.

McDormand afirmó en 2015 sentirse orgullosa de volver a ofrecer entrevistas tras 10 años de ausencia porque “creo que siento la necesidad de representar públicamente lo que he decidido mostrar en privado: una mujer orgullosa y más poderosa que cuando era joven. Y creo que ese orgullo se puede admirar en mi rostro y en mi cuerpo”.

Sobre las cirugías plásticas

Según recoge la sección de moda del periódico español El País, SModa, la actriz y su marido Joel Cohen mantienen muy a menudo la conversación sobre no haber mutado nunca su cuerpo de ninguna manera.

“Literalmente, él me tiene que frenar físicamente cuando se lo digo a la gente, con amigos que he trabajado. Me aterra y me enfurece ver lo que se han hecho”, confiesa.

Pero no sólo a la belleza McDorman tiene su propio punto de vista, lo mismo ocurre con su vestimenta en las premiaciones o eventos mediáticos. Mientras otras sustentan contratos millonarios con firmas, ella apuesta por su propio estilo.

Un ejemplo de lo anterior, fue cuando asistió a recoger su premio por su interpretación en Good People, lo hizo con un vestido que ya había llevado cuando presentó Quemar después de presnetar en el Festival de Venecia tres años antes.

La actriz siente orgullo de tener arrugas y cómo su rostro habla por ella misma: “Soy expresiva. Siempre me ha ayudado para bien y ayuda ser así, especialmente al hacerme mayor, porque todavía tengo mi mapa de carreteras intacto, lo puedo usar y lo usaré”.

Hace tres años a una presentadora le confesó que volvía a conceder entrevistas y exponerse públicamente por consejo de una amiga: “Me dijo ‘las mujeres jóvenes te necesitan, necesitan tu imagen y tu voz, es egoísta si no alzas tu voz"”. Y queda claro que Frances McDormand la escuchó, porque su rostro y su discurso lo prueban.