Desde que la expansión del Virus Zika por Latinoamérica acaparó la atención de la prensa mundial, la población de Brasil ha sobresalido como una de las más afectadas. A raíz de esto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró una emergencia sanitaria global, pero comparado con otros Estados, Venezuela parece ser el que peor preparado para hacerle frente a ésta o a cualquier otra epidemia.

El pasado 26 de enero, la Asamblea Nacional de Venezuela declaró una “crisis humanitaria” en el país caribeño debido al desabastecimiento de medicamentos e insumos médicos, al deterioro de los equipos con que trabajan los profesionales de la salud y a las fallas estructurales del sistema sanitario.

El politólogo Carlos Valero, diputado y especialista en políticas públicas, señaló que en Venezuela escasea el 70% de los 150 medicamentos catalogados por la OMS como “de acceso obligatorio”.

El presidente de la Federación Farmacéutica de Venezuela (Fefarven), Freddy Ceballos, fue más lejos, “están muriendo pacientes por la crisis que estamos viviendo”, declaró el dirigente gremial el pasado lunes al pedirle a la OMS y a otros organismos internacionales que enviaran medicinas a Venezuela.

Ceballos aseguró que las empresas asociadas a Fefarven sólo estarían en capacidad de producir algunos medicamentos si el Gobierno de Nicolás Maduro les concede las divisas necesarias para pagarle a los proveedores en el exterior; pero agregó que para apaciguar la escasez es imprescindible la ayuda internacional.

Crisis en el Servicio Público de Salud

Rafael Orihuela, director del Hospital Universitario de Caracas, subraya el peligro que representa para la ciudadanía el desabastecimiento de los productos más elementales en un momento en que a las enfermedades endémicas se suman flagelos adicionales como la malaria, el paludismo, la varicela, el chikunguña y la llamada fiebre hemorrágica venezolana, causada por un arenavirus altamente infeccioso y letal.

“Y ni hablar de los medicamentos para las dolencias cardíacas, las relacionadas con la tensión arterial, las enfermedades degenerativas como el cáncer, los anticonvulsivantes, los antidepresivos u otros administrados en el ámbito psiquiátrico” agrega el profesional con preocupación ante la falencia.

Además recuerda que “hace unas tres semanas se acentuó la carestía de antibióticos, que pueden hacer la diferencia entre la vida y la muerte. Estamos frente a un colapso de los servicios de salud estatales y privados”, señala Orihuela.

En lo que respecta al Zika, el experto en enfermedades tropicales recuerda la inacción del Gobierno de Maduro cuando la OMS lanzó una primera advertencia en marzo de 2015.

Hoy, la actitud del Ejecutivo no es muy distinta, acota. “Esta semana, el Ministerio para la Salud emitió un boletín según el cual había 4.000 personas infectadas con el virus del Zika; pero lo más probable es que sean 400.000. Hasta ahora, los brotes de microcefalia han sido mínimos. Pero, de existir una relación entre el Zika y esos trastornos, seremos testigos de más casos a mediados de este año”, pronostica Orihuela.

Consultado sobre la efectividad de la crisis humanitaria declarada por la mayoría opositora en el Parlamento, el especialista concede que “eso es lo único que los legisladores pueden hacer: exhortar al Gobierno a que actúe”.

Orihuela explica que si la alarma es atendida, se pueden acelerar los procesos administrativos para que las autoridades del sector salud reciban créditos especiales del Estado o préstamos contingentes proveídos por otros países u organismos internacionales.

El profesional sostiene que “lamentablemente, ya han pasado días y el Gobierno no reacciona”.