Reino Unido despertó el sábado con un paisaje político cambiado tras la victoria del conservador David Cameron, que dejó a la oposición en ruinas, fortaleció a los independentistas escoceses y agitó el fantasma de una posible salida de la UE. 

La inesperada magnitud del triunfo de su partido, que obtuvo la mayoría absoluta el jueves, no facilita, sin embargo, la labor de Cameron, que afronta grandes desafíos. 

De momento ya ha anunciado que mantendrá a sus ministros más cercanos en sus puestos: George Osborne (Finanzas), Theresa May (Interior), Philip Hammond (Relaciones Exteriores) y Michael Fallon (Defensa). 

Los otros nombramientos se conocerán el lunes, con la posible llegada del alcalde de Londres, Boris Johnson, al que muchos ven como el sucesor de Cameron al frente de los conservadores dentro de unos años. 

“Hay mucho trabajo por hacer en los próximos cinco años. Mejorar la calidad de vida, construir más viviendas, crear oportunidades de empleo para todos y asegurar nuestro crecimiento económico”, dijo el sábado Johnson.

Decenas de manifestantes antiausteridad mostraron, no obstante, su descontento con la reelección de Cameron en enfrentamientos con la policía el sábado en las inmediaciones de Downing Street, que dejaron dos agentes heridos y 17 personas detenidas.

La victoria de los “tories” y el fracaso de una oposición descabezada han reforzado al primer ministro, que dispone esta vez de una mayoría absoluta que le permitirá componer un gobierno a su gusto, sin necesidad de alcanzar compromisos. 

Cameron podrá integrar a un mayor número de conservadores en el ejecutivo y dar mayor protagonismo al ala euroescéptica. 

Con una mayoría de 331 diputados sobre 650, el gobierno no estará, sin embargo, a salvo de una rebelión entre sus propias filas. 

En este sentido, siete votos contrarios de “tories” en la cámara baja podrían poner a Cameron en apuros en temas tan polémicos como el referéndum sobre el futuro de Reino Unido en la UE, que debería celebrarse antes de 2017. 

“El partido apoya al primer ministro al 100% a la hora de defender a Reino Unido en Bruselas y luchar por una UE más eficaz”, aseguró a la BBC, un veterano diputado conservador y euroescéptico, Mark Pritchard. 

‘Avanzar rápido’ 

El primer ministro podría perder parte de ese respaldo si no consigue aplacar la sed de reforma europea de su ala derechista.

El viernes, la Comisión Europea recordó que la libre circulación de las personas, los bienes, los capitales y los servicios no es “negociable”. 

Cameron querrá, por tanto, “avanzar rápido para aplicar los aspectos más controvertidos de su programa, mientras su victoria es reciente y sus enemigos, tanto dentro como fuera de su partido, están desconcertados”, escribe Francis Elliot, redactor jefe del servicio político del diario conservador The Times. 

Como después de las elecciones de 2010, el primer ministro debería emplear los dos primeros años de su mandato para imponer la mayoría de sus nuevas medidas de austeridad: el plan de ahorro de 30.000 millones de libras esterlinas —46.365 millones de dólares— y los recortes sociales de 12.000 millones, que deberían permitir acabar con el déficit público antes de 2018. 

Abordará, sobre todo, sus dos temas prioritarios: la organización de un referéndum sobre la UE y la gestión de la “cuestión escocesa” tras el triunfo del independentista SNP, que ganó 56 de los 59 escaños en Escocia, y podría despertar sus anhelos secesionistas.

Las dos cuestiones están en parte vinculadas, ya que una salida de Reino Unido de la UE podría precipitar la independencia de una Escocia favorable a Bruselas.

Para tratar de anticipar los problemas, Cameron ya ha repetido su promesa de transferir nuevas competencias al resto de naciones que, junto a Inglaterra, conforman el Reino Unido: Escocia, Gales e Irlanda del Norte.

Pero muchos han reclamado, a cambio, que los diputados ingleses sean los únicos en votar las leyes que afecten a Inglaterra.

‘Escocia no será ignorada’

“El pueblo de Escocia votó el jueves por un manifiesto del SNP (Partido Nacional Escocés), que tiene como primera prioridad terminar con la austeridad (…) Escocia no será ignorada”, destacó por su parte la líder del partido nacionalista Nicola Sturgeon, quien se reunió con los diputados de su formación en el emblemático puente de Forth Rail, en las afueras de Edimburgo.

Los nacionalistas escoceses barrieron del mapa a los laboristas en su hasta entonces bastión de Escocia, provocando a su paso la dimisión de su líder Ed Miliband.

El ex primer ministro laborista Tony Blair abogó el domingo, en el diario The Observer, por abandonar el giro a la izquierda de la formación, ya que “la ruta a la cumbre” pasa por el centro.