El presidente Ollanta Humala tomó juramentó la noche del jueves al saliente ministro de Defensa, Pedro Cateriano, como nuevo primer ministro en reemplazo de Ana Jara, censurada por el Congreso el lunes tras un escándalo de espionaje a opositores y empresarios.

El nuevo gabinete ministerial, el séptimo de Humala en 48 meses de gestión, trajo una sorpresa de último minuto: la salida del ministro de Relaciones Exteriores, Gonzalo Gutiérrez, quien venía manejando la crisis abierta con Chile por una denuncia peruana de espionaje.

Humala ratificó a 15 ministros y nominó a tres nuevos: en cancillería a la embajadora Ana María Sánchez, en Justicia al abogado Gustavo Adrianzén, y en Defensa al vicemisnitro del sector Jakke Valakivi.

El alejamiento del canciller fue tan inesperado, que Humala eligió como su sucesora a una embajadora designada apenas 24 horas antes como titular de la delegación peruana en París.

Humala junto a la nueva canciller, Ana Maria Sanchez | AFP

Humala junto a la nueva canciller, Ana Maria Sanchez | AFP

No se informaron las razones de la renuncia del canciller, pero trascendió que se produjo tres horas antes de la juramentación del nuevo gabinete, lo cual retrasó la ceremonia.

De todas formas, el cambio del canciller fue interpretado como una señal de desacuerdo con el presidente Humala sobre el manejo del caso del espionaje con Chile, que enfrío la relación entre los países desde febrero pasado, dijo el excongresista Enrique Bernales, en declaraciones a la radio RPP.

Se puede disolver el parlamento

El nuevo gabinete deberá pasar aún por una auténtica prueba de fuego para cerrar el proceso constitucional de su nominación, cuando tenga que acudir en los próximos 30 días para recibir un voto de confianza del parlamento, controlado por la oposición.

En caso de que Cateriano -cercano al premio Nobel y excandidato presidencial Mario Vargas Llosa- no reciba el respaldo del Congreso, Humala podría recurrir -de acuerdo a ley- a disolver el legislativo y convocar de inmediato a elecciones parlamentarias.

Humala y su nuevo primer ministro, Pedro Cateriano | AFP

Humala y su nuevo primer ministro, Pedro Cateriano | AFP

Se trata de un escenario que los analistas no descartan debido al estilo confrontacional del nuevo primer ministro con la oposición.

Pero en sus primeras declaraciones Cateriano lanzó señales de paz a la oposición. “En un contexto (en el cual el gobierno está) sin mayoría parlamentaria, tanto el gobierno y la oposición debemos poner lo mejor de nosotros en beneficio del país”, indicó en una entrevista con la televisora estatal.

“Voy a tener que cambiar mi estilo: mis opiniones políticas personales tendrán que ser reemplazadas por el criterio del gobierno ahora que voy a ser vocero”, admitió en tono conciliador.

El nombramiento de Cateriano le permite a Humala superar por ahora la peor crisis que enfrenta en cuatro años de gestión y se produce cuando faltan 12 meses para las elecciones presidenciales y legislativas peruanas.

Cateriano, de 57 años, es un político independiente que forma parte del gobierno desde julio de 2012 como ministro de Defensa.

El flamante presidente del Consejo de Ministros es un virulento adversario de las dos principales grupos de oposición: la populista Fuerza Popular, de Keiko Fujimori, y la socialdemócrata Alianza Popular Revolucionaria Americana (Apra), del expresidente Alan García.

Cateriano es, además, un incondicional del premio Nobel Vargas Llos y fue diputado entre 1990 y 1992 por el Movimiento Libertad, que fundara el escritor cuando postuló a la presidencia peruana en 1990.

Humala, un excomandante del ejército, designó a Cateriano contra el reloj, cuando se vencía la noche del jueves el plazo legal de 72 horas para nombrar al sucesor de Ana Jara, quien ejerció el cargo durante nueve meses desde el 23 de julio de 2014.

Jara, congresista del oficialista Partido Nacionalista fundado por Humala y su esposa Nadine Heredia, fue censurada por el Congreso el lunes tras ser considerada responsable política del espionaje a legisladores, periodistas, empresarios y centenares de ciudadanos por el servicio de inteligencia, una actividad que data al menos desde el 2005 -según denuncias de prensa- cuando aún no gobernaba Humala, pero que estalló en sus manos.