El ministro de Cultura de Brasil, Juca Ferreira, restó importancia este viernes a las manifestaciones multitudinarias contra el gobierno de Dilma Rousseff, en un contexto marcado por la crisis económica, durante una rueda de prensa en el Salón del Libro de París.

“Todo país democrático vive turbulencias. Nosotros vivimos dificultades, en parte por la crisis económica mundial, que provocó la caída de las exportaciones de nuestras materias primas, tras un gran periodo de crecimiento”, reconoció Ferreira en la capital francesa.

“Es normal que la gente se manifieste”, añadió, a propósito de las marchas que reunieron el pasado domingo a más de un millón de personas en todo el país para protestar contra el parón económico de Brasil, las subidas de impuestos, los recortes y los escándalos de corrupción que afectan al gobierno de Dilma Rousseff.

Brasil, que vivió una época dorada durante el mandato de Luis Inacio Lula da Silva (2003-2010), está ahora cerca de la recesión, con una creciente inflación, y la clase media que emergió de la reciente bonanza económica se muestra cada vez más crítica con el Ejecutivo.

Ante las dificultades actuales, Ferreira insistió en la necesidad de pasar de un modelo económico que depende, en gran medida, de las ventas de materias primas, a otro basado en productos de alto valor añadido para volver a la senda del crecimiento.

El ministro defendió, asimismo, la respuesta del gobierno ante las manifestaciones, destacando el hecho de que se desarrollaron libremente y sin ningún tipo de represión.

Ferreira también se felicitó por las medidas anticorrupción que presentó Rousseff el miércoles ante el Congreso. En un intento de calmar las calles, la presidenta propuso, entre otras cosas, la confiscación y devolución de los bienes adquiridos ilegalmente por los corruptos.

El ministro aseguró, por último, que Brasil afronta otro gran reto con vistas al futuro: la reducción de “las grandes desigualdades” que azotan al país.